El pasado 27 de diciembre fue un día que Kirsten no olvidará jamás. Esta joven dejó a su husky Nova en una guardería mientras atendía a su familia, que se iba a Islandia. Fueron solo tres días, pero terminaron con su perra muerta y empaquetada.

En una publicación de Instagram, reconoce que la perra tenía en los últimos meses problemas intestinales, pero que el tratamiento con esteroides había sido satisfactorio y en los días previos había estado en el veterinario vigilando precisamente este problema.

Dejó al animal con instrucciones sobre lo que tenía que tomar y con la tranquilidad de que estaba siendo atendida por profesionales. Comida, medicación… Todo bajo control e informado previamente.

Llamó cuatro veces y nadie abría las puertas. Tardaron en abrir, y al final, una vez dentro, le comunicaron que había muerto. Que se la habían encontrado por la mañana con sangre. "Nos quedamos en shock, explica”. “Tres días antes teníamos un perro sano y ya no teníamos perro", lamenta.

Lo único que recibió fue un paquete en cuyo interior estaba su perra muerta. "Ningún cuidado o empatía. Fue traumático. Fuimos directos a la veterinaria y se quedó horrorizada, no imaginaba cómo habían podido meter a un husky de 25 kg en ese paquete, pero confirmaron con el chip que estaba ahí. Ni siquiera teníamos opciones de hacer un análisis postmortem".

En los días posteriores pidieron más información sobre qué había pasado, pero no han tenido respuesta. "Es imposible de suplir y la echo de menos todos los días. Solo espero que escribiendo esto no se den más este tipo de situaciones. Justicia para Nova", concluye.