Las 195 delegaciones presentes en la cumbre del clima de París (COP21) ya tienen en sus manos un nuevo borrador más sencillo y con menos corchetes o temas aún por decidir de lo que se pretende sea el tratado final de la conferencia, pero que mantiene grandes incertidumbres en los asuntos más espinosos, como la financiación de la lucha contra el calentamiento global, el horizonte temporal de la reducción de emisiones o el carácter vinculante. A cambio, según la demanda de los más desfavorecidos, introduce objetivos a largo plazo, como la posibilidad de lograr un mundo descarbonizado a mediados de siglo, y no descarta que el objetivo internacional en cuanto a temperaturas sea un aumento de 1,5 grados, frente a los más habituales dos grados.

El borrador, fruto de tres días de trabajo, lo han elaborado grupos de delegados de varios países, y lo ha presentado el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, presidente de la COP21. Ahora, en un proceso exasperadamente lento, típico de estas cumbres, el texto lo examinarán todas las delegaciones y se introducirán las matizaciones necesarias para contar al fin con un nuevo borrador. "El texto deja abiertos los asuntos más políticos y en los que se han apreciado grandes diferencias", asumió el ministro francés, y añadió: "Este nuevo borrador no es por supuesto el texto final".

"Todo lo que es necesario para un acuerdo ambicioso y equitativo está todavía en suspenso", sintetizó Jennifer Morgan, especialista de la asociación científica World Resources Institute (WRI). "Es la hora de la verdad. Va a ser difícil, hay mucho todavía que negociar", añadió Tatiana Nuño, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace-España.

LOS CAMBIOS Con respecto al primer borrador presentado el sábado, el texto adelgaza de 43 a 29 páginas y suprime tres cuartos de los 400 corchetes que había. Los corchetes o paréntesis son los aspectos en los que se han apreciado diferencias entre países.

De la versión original se ha retirado un aspecto clave como es la obligatoriedad que tienen los países de cumplir los llamados INDC, los planes voluntarios de reducción de emisiones que han presentado públicamente a la Convención de la ONU sobre cambio climático.

La redacción definitiva del tratado de París, como ha explicado Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales de Francia (IDDRI) y exdirectora de la Oficina Española de Cambio Climático, debería buscar alguna fórmula ingeniosa para que pueda ser aceptada por Estados Unidos y otros países menores, como Venezuela y Nicaragua, que se niegan a que la ONU o la comunidad internacional les imponga lo que han de hacer en su legislación nacional.

La ministra española de Agricultura y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, ha reconocido que muchas cuestiones complejas siguen entre corchetes, pero que lo importante es que "al final se logre la unanimidad y nadie se oponga".

El texto resultante, el tercer borrador, debería servir de base para el tratado definitivo, que se aprobaría en la clausura del viernes con asistencia de los ministros de Medio Ambiente y otros jefes de delegación. "Hay progresos, pero queda mucho trabajo. Nada está acordado hasta que todo está acordado", concluyó Fabius.