El remordimiento es una emoción que surge con el paso del tiempo, tras haber realizado una acción en el pasado que ha podido afectar a otras personas o a nosotros mismos. Y, dependiendo del hecho, también puede aparecer incluso si estas acciones han aparecido únicamente en nuestro pensamiento. Tiene que ver con la influencia cultural o social, con nuestra relación con los demás, y no siempre es veraz. De hecho, el principal problema se debe a que puede aparecer cuando lo ocurrido no era necesariamente negativo o fue hecho para salvaguardar nuestra integridad. Por ejemplo, puede aparecer tras una ruptura de pareja o en una discusión con otras personas, cuando lo que hicimos fue reafirmarnos y creemos que nos movió el egoísmo.

El remordimiento debe estudiarse desde el punto de vista de uno mismo, basándonos en la empatía y sabiendo si, de forma deliberada, hemos podido hacer daño a otras personas. Cuando esto no es así, la culpa no debería aparecer y debemos dejar atrás para poder disfrutar del presente y proyectarnos al futuro, aunque al principio resulte complicado.

DEJAS ATRÁS

Tendemos a confundir la culpa con los remordimientos. Mientras que la primera es el sentimiento negativo original, los remordimientos serían las consecuencias, y aparecerían como un conjunto de pensamientos que se repetirían en bucle y que llegarían a interferir en algún aspecto de nuestra vida. Tanto uno como otro, no siempre son veraces y debemos actuar sobre ello.

Los remordimientos, al crear malestar en nosotros mismos, son vistos como algo negativo de lo que nos tenemos que desprender. Sin embargo, en un primer momento actúan como señal de alarma y, si los escuchamos, podremos obtener un crecimiento de la situación buscando nuestras propias necesidades. Si realmente hemos hecho algo negativo, esta emoción nos ayudará a cambiar la culpabilidad por responsabilidad. Y si realmente aparece el sentimiento sin causa real, debemos buscar la responsabilidad en el otro.

Una vez que identificamos los remordimientos en nosotros mismos, ¿cómo podemos desprendernos de ellos?

1. Emociones

Lo primero que debemos hacer es saber de dónde vienen estos sentimientos. Iremos al momento que pudo actuar como detonante y analizaremos si la emoción nace de nosotros mismos o es influencia de los demás. Esta influencia puede ser falsa, motivo de una manipulación.

Actúa desde la empatía y, si te es más fácil, evalúa la situación desde fuera, como si lo estuviera viendo todo una tercera persona.

2. Responsabilidad

Es el momento de que seamos conscientes de que lo que ha ocurrido es nuestra responsabilidad. Lo haremos desde la premisa de que podemos cometer errores, que forma parte de la naturaleza del ser humano, y que cualquier fallo puede ser, aunque sea en parte, solventado.

Esta responsabilidad debe ceñirse a los hechos, no ser desmesurada ni estar influida por situaciones del pasado que se mezclen con la situación actual.

3. Gestiona el perdón

Esta parte, pese al pensamiento tradicional, es algo individual e interno. Que el otro nos perdone o no guarde lo que ha ocurrido no es nuestra responsabilidad. El perdón es un acto egoísta, diseñado para liberarnos de todo aquello que no nos hace bien. Busca dicho perdón y hazlo hacia ti mismo. De hecho, de no hacerlo no podrás liberarte del todo de los remordimientos.

4. Crecimiento

Una vez que hemos visto qué ha ocurrido, debemos también buscar el antecedente. Hemos dañado a alguien por una inseguridad que arrastramos desde hace años? Si no solventamos el origen, ese que está alejado en el tiempo, volverá a ocurrir más veces, pudiendo dañar también a otras personas. Es aquí donde realmente una persona crece, cuando es capaz de ver que los hechos se relacionan también con nuestra personalidad y con todo aquello que hemos vivido.

El error es aprendizaje y crecimiento, es poder mirar dentro de uno mismo y de identificar qué nos está enseñando lo ocurrido. Podremos tomar una lección, responsabilidad y buscar soluciones, siempre y cuando podamos también gestionar las emociones negativas que aparezcan.

* Ángel Rull, psicólogo.