“Sin café no soy persona”. Este es quizás el mantra más repetido por las mañanas por aquellos que sin esta bebida no son capaces de empezar el día. Una taza al despertarse es ritual, otra después de comer es de costumbre y unas cuantas más repartidas durante la jornada laboral acaban cayendo por inercia. ¿Pero qué tanto café podemos tomar sin perjudicar nuestra salud?

La dosis diaria recomendada de cafeína, el compuesto químico responsable de despertarnos, depende de factores como la edad, el historial clínico y la condición física de cada uno. Según apunta la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria​ (EFSA, por sus siglas en inglés), un adulto sano puede ingerir de manera segura unos 400 miligramos de cafeína al día, el equivalente a aproximadamente 3 mg por kilo del cuerpo. Para asegurarnos un consumo seguro, estas ingestas de cafeína deberían estar por debajo de los 200 mg por dosis. Es decir, la clave está en evitar ingerir grandes cantidades de esta sustancia de golpe.

¿Pero dónde encontrar estos chutes de energía? Según algunas estimaciones, una taza de café filtrado contiene 90 gramos de cafeína, una lata de bebida energética o un espresso 80, un té negro 60 y una lata de Coca-Cola unos 50. Esto significa que podemos disfrutar de entre tres y cuatro tazas de café al día sin poner en riesgo nuestra salud.

Pie de foto / FERRAN SENDRA

Pero antes de continuar, cabe recordar que los efectos del café no son inmediatos. Desde el momento en el que tomas el primer sorbo, tu cuerpo tardará entre 30 minutos y una hora en empezar a hacer efecto. Tras 3/4 horas, la mitad de la cafeína que habías ingerido habrá desaparecido. El resto tardará unas 14 horas más en eliminarse del cuerpo, razón por la cual se aconseja no abusar del café conforme se acerca la hora de irse a la cama.

¿Qué pasa si nos pasamos?

Si consumimos café por encima de nuestras posibilidades, nuestro aliado de las mañanas puede jugarnos una mala pasada. Los efectos adversos del abuso de cafeína incluyen nerviosismo, irritabilidad, insomnio, ansiedad, dolores de cabeza, temblores musculares, aumento del pulso cardíaco y de la presión, problemas intestinales y cardiovasculares. En casos extremos, el consumo excesivo de café también se ha relacionado con aritmias y ataques epilépticos.

Por encima de los 500 miligramos, la ingesta de cafeína puede llevar una intoxicación o sobredosis. Según algunas estimaciones, la dosis letal de cafeína está en los 10 gramos de sustancia por kilo de masa corporal, aunque esta cifra dependerá de cada individuo. Se la conoce como LD50 porque, si superada, se estima que podría matar al 50% de quienes la padezcan.

Para poder calcular la cantidad máxima de cafeína que podemos consumir en un día debemos tener en cuenta factores como el peso, la edad, el historial de enfermedades y nuestra tolerancia a estas sustancias. Desde este punto de vista, siempre cabe tener en cuenta que las "recomendaciones generales" sobre el consumo de café son un promedio, lo que significa que no puede aplicarse a todos.

Páginas como caffeineinformer, por ejemplo, permiten conocer nuestros límites en relación a la ingesta de diferentes bebidas. Según apuntan los cáculos realizados en esta página, un individuo de 70 kilos podría consumir un máximo de 5,5 espressos en un día y si superara los 136,8 estaría muerto. Para alguien de 80 kilos, 14,2 Coca-Colas clásicas serían su límite y 354 latas de esta bebida le llevarían a la muerte.

Buenas y malas noticias sobre el café

Si no puedes vivir sin tu(s) taza(s) de café diaria(s), tengo buenas y malas noticias para ti. La buena es que, según apuntan los expertos, el consumo moderado de esta bebida no tan solo no presenta ningún riesgo sino que puede presentar beneficios para la salud. Es el caso, por ejemplo, de recientes estudios en los que se vincula la ingesta de café con una menor mortalidad. En investigaciones anteriores, la ingesta de café también se había relacionado con un menor riesgo de padecer problemas al hígado y daños neurodegenerativos.

La mala noticia es que, según apuntan los estudios, el consumo habitual de café acaba llevando a desarrollar cierta tolerancia hacia sus efectos. A la práctica, esto quiere decir que si estás acostumbrado a tomar mucho café cada vez notarás menos sus efectos. En el sentido contrario, si nunca has probado ni un sorbo de té, es probable que al primer sorbo de esta bebida ya sientas todos los efectos de la cafeína corriendo por tus venas.