Las comunidades autónomas han recibido ya el primer millón de los famosos test rápidos para detectar el coronavirus, que no son los que llegaron defectuosos de China sino pruebas de detección de anticuerpos, que serán usadas como complemento a los PCR, los análisis más fiables, que requieren de un laboratorio y de los que ya han realizado 600.00. El motivo de que haya que complementar ambas técnicas es que las pruebas de detección rápida adquiridas por el Gobierno, que ofrecen resultados en unos 15 minutos, sólo tienen una sensibilidad del 64% al inicio de los síntomas y de un 80% a partir de que la persona lleve siete o más días infectadas. De ahí que se haya decidido usarlas en entornos de alta prevalencia de la enfermedad, como hospitales y residencias de mayores.

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Aún así, según destacó este lunes el ministro de Sanidad, Salvador Illa, la convalidación del primer lote de test de detección rápida y su envío a las autonomías (que se complementará con otros cuatro millones de unidades en próximas fechas) permitirá incrementar entre un 30% y un 40% la capacidad de realizar PCR, dado que a las personas que den positivo no se les hará otra prueba, sólo si dan negativo, se confirmará con una prueba de laboratorio. Con ello y el aumento de la producción nacional de PCR, se abre la posibilidad de incrementar, al fin, el número de pruebas, que hace días se acotó a personas hospitalizadas y colectivos esenciales, lo que hace que la cifra oficial de diagnosticados, más de 135.000 este lunes, sólo suponga la punta del iceberg, según avisan los expertos y reconoce el Gobierno.

Las dos fases

Las dos fases En una primera fase, se harán test también a personas con síntomas pero más leves, para así confirmar el diagnóstico y continuar o recetar el aislamiento o buscar otros motivos que puedan generar la fiebre y el malestar. Y, en una segunda etapa, a la que el Ejecutivo no ha puesto fecha ni ha precisado cuántas pruebas se necesitarían, se testará a la población en general, para lo cual se están diseñando estudios de prevalencia y se usarán también los test rápidos. El objetivo de esta segunda fase es chequear cuántas personas han pasado, con o sin síntomas, la enfermedad y detectar así la inmunización comunitaria. Los epidemiólogos avisan que serán necesarios millones de test, cuyo resultado sería clave para decidir qué medidas de confinamiento comienzan a relajarse, cuando acabe la prórroga del Estado de alarma el 25 de abril o quizá más adelante.

El proceso de desescalado de las restricciones, según subrayó Illa, se regirá por cuatro criterios: la prudencia, la evidencia científica, el respeto a los derechos y libertades de los ciudadanos y la previsión. En base a ello, el Ejecutivo ha pedido a las autonomías un listado de infraestructuras, como hoteles o palacios de congresos, donde poder alojar a personas con síntomas o incluso asintomáticos que no puedan aislarse en sus domicilios y no requieran hospitalización. A este respecto, Illa sugirió que será una medida voluntaria al señalar que será para personas que así lo soliciten o bien por otras consideraciones. Asimismo, se está analizando si es conveniente permitir que los niños puedan salir a pasear cerca de sus casas y manteniendo el distanciamiento social. Lo decidiremos con mucha prudencia, avisó el ministro.

Las mascarillas

Las mascarillas En la nueva fase el Gobierno también estudia pedir a la ciudadanía que, si abandona sus hogares, lo haga protegido por mascarilla. Si bien, Illa señaló que no se exigirá nada que no se pueda cumplir, en referencia a que si no hay un suministro suficiente en las farmacias, sería una mera recomendación, no una imposición.