En España se puede parir en casa. De forma privada, fuera del sistema público público y por un importe que oscila entre los 2.000 y los 4.000 euros. Respaldados por la evidencia científica, pediatras y matronas no lo recomiendan debido al alto nivel de riesgo que conlleva. Es jugársela. En un paritorio no suele pasar nada. Pero cuando pasa hay que correr, y mucho. A pesar de que los hospitales han adoptado protocolos específicos para los partos, el coronavirus coronavirusy el miedo a contagiarse ha provocado que la demanda para dar a luz en casa aumente.

Las embarazadas han visto cómo se han reducido sus citas en el centro de salud a las mínimas necesarias y muchas han tenido que optar, por ejemplo, por clases virtuales de preparación al parto. Todo ello ha motivado que algunas futuras mamás se interesen por la opción casera, que está lejos de ser una opción segura y, además, solo es factible para las gestaciones de bajo riesgo.

La presidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España (Fame), María Jesús Domínguez, advierte de que las parturientas han tenido «sensación de peligro e inseguridad» por el hecho de asistir a hospitales y centros sanitarios por miedo al contagio. «Hemos tenido falta de matronas», explica Domínguez sobre la situación en los hospitales, algo que se ha traducido en nuevas medidas, como las altas precoces a las madres siempre y cuando el estado de salud así lo permita y la imposibilidad de que ningún familiar --más allá de los progenitores-- visite al nuevo miembro de la familia.

Opción minoritaria

A nivel internacional, parir en el hogar es también una opción minoritaria. En Inglaterra, está dentro de la cobertura del sistema nacional de salud y, aun así, es una opción escogida por menos del 10% de las embarazadas. Lo mismo sucede en Holanda, donde los partos domiciliarios suponen el 13%. En Suecia, país en el que la sanidad pública cubre la mayor parte de la atención, los partos en casa no pasan del 0,07%. En Dinamarca e Islandia son el 2%.