La recomendación de abstinencia sexual a los católicos casados en segundas nupcias divide a Portugal, líder europeo en divorcios y donde teólogos y religiosos se preguntan ahora si el mensaje se ha malinterpretado o si, por el contrario, la iglesia del país vive ajena a la sociedad. El controvertido consejo se divulgó hace 48 horas como una de las «líneas operativas» que el cardenal-patriarca de Lisboa, Manuel Clemente, dirigía a los religiosos para que sepan cómo acercar los sacramentos a los divorciados.

Era un asunto al que se había referido el papa Francisco en la exhortación Amoris Laetitia, publicada en abril de 2016, y sobre el que quería reflexionar Clemente, considerado socialmente como la máxima figura eclesiástica de Portugal. El resultado, lejos de aclarar eventuales dudas, ha causado estupor. A juicio de Clemente, los sacramentos en estos casos pueden suministrarse «en circunstancias excepcionales», aunque la iglesia «no debe dejar de proponer la vida en continencia» a los casados en segundas nupcias, si su primer matrimonio no ha obtenido la nulidad eclesiástica. «No es razonable», afirmó ayer tajante Anselmo Borges, sacerdote y profesor de filosofía de la Universidad de Coimbra, que se ha erigido como una de las voces más críticas en el debate. «La iglesia no se debe meter en la vida íntima de la pareja. Luego, si efectivamente están casados, es natural que tengan relaciones sexuales, forma parte de la pareja. Si se forma una pareja no es para vivir como hermanos», argumenta Borges, para quien la idea de la abstinencia «contradice la naturaleza de las cosas». Este sacerdote y académico lamentó que la moral católica «continúe muy centrada en el sexo» y apuntó que declaraciones de este tipo pueden alejar a las personas de la iglesia, pues, aunque el cardenal de Lisboa solo tenga poder jurídico sobre su diócesis, socialmente es considerado el jefe eclesiástico del país.

Quizá por ello y para apagar el inesperado fuego causado por Clemente ya han hablado públicamente miembros de otras diócesis, como el padre Mário Tavares de Oliveira, asistente en Évora. D. Manuel es obispo de Lisboa y sus orientaciones no son para la iglesia en Portugal ni vinculan a otras diócesis», asevera hoy al diario «Público», idea con la que coincide Miguel Abreu, miembro de la diócesis de Viseu, en el mismo periódico: «Es su opinión». La prensa portuguesa se ha convertido en foro de discusión entre teólogos y religiosos que tratan de defender al cardenal de Lisboa, cuyas palabras habrían sido, sostienen, malinterpretadas o sacadas de contexto.