El centro de Barcelona, con una fiesta intercultural en la que participó la propia alcaldesa de la Ciudad Condal, Ada Colau, y un desfile con centenares de participantes en el barrio madrileño de Usera, posiblemente el barrio con la colonia china más consolidades de España, celebraron ayer el nuevo año chino, una festividad que, como en el resto del mundo y paralelamente a la expansión económica del gigante asiático, se está extendiendo hasta entrar en los calendarios de fiestas populares de muchas de las ciudades. Especialmente llamativo fue el caso del desfile organizado en Madrid, con miles de espectadores y centenares de participantes, muchos de ellos sin pertenecer estrictamente a la colonia china que reside en Madrid.

El paso del dragón, del que se dice que tocarlo trae buena suerte, y el color rojo en vestidos y elementos, también signos de fortuna para la cultura china, protagonizaron la conmemoración de la entrada en el nuevo año chino, Año del Perro de Tierra, con buenos augurios para el ámbito familiar y empresarial.

La celebración del nuevo año en Madrid, sin embargo, no llega aún a la magnitud de festejos como los que acoge Londres o París con la llegada del año nuevo chino, aunque coincidió con todas estas celebraciones en que se trasladan al fin de semana más cercano a la fecha, que este año coincidió con el pasado viernes.

De hecho, ese día China recibió el primer día del Año Nuevo Lunar con rezos multitudinarios, ofrendas, danzas tradicionales y una explosión de color dominada por el rojo, para atraer la buena fortuna. Pekín y otras ciudades chinas, repletas de farolillos rojos, celebraron con rituales y festejos el fin del Año del Gallo y el comienzo del Año del Perro en el calendario oriental, todo ello después de una migración masiba de decenas de millones de chinos para psar estos días con sus familias, una costumbre tradicional que colapsa la ya gigantesca red de transporte china.

Desde antes del amanecer, centenares de personas esperaban en una larga cola frente al Templo del Lama, en la capital, donde acudieron para pedir sus deseos para este año nuevo -con el que empieza el Festival de la Primavera- a las deidades budistas que adornan el santuario, de inspiración tibetana. Las celebraciones arrancaron la noche anterior, cuando las familias se reunieron para despedir el año, aunque antes limpiaron sus casas para barrer la mala fortuna, como manda la tradición. Aunque los chinos solían repartir fortuna entre sus seres queridos con sobres rojos con dinero en efectivo, la tradición ya se ha adaptado a los nuevos tiempos y cada vez es más habitual que se envíen versiones digitales a través de APP.