El 40,6% de los españoles reconoce tener un nivel de educación científica entre bajo y muy bajo. El 39% admite que, además, las asignaturas de ciencia siempre se le dieron mal. Aun así, son muchos los que deciden rehuir de las prácticas avaladas por la evidencia empírica y poner su salud en manos de disciplinas de dudosa eficacia. El 3,3% de los españoles reconoce que no confía en las vacunas infantiles, el 5,7% guarda recelo a la quimioterapia y el 23,3% duda de la efectividad de los antidepresivos. Las terapias denominadas alternativas, en cambio, se ganan el favor de la gente con un 32,8% de confianza en la acupuntura, un 25,4% a la homeopatía y un 16,3% al reiki.

Estos son los datos que arroja la nueva Encuesta de percepción social de la ciencia y la tecnología presentada este mismo jueves por el Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, y la directora de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), Paloma Domingo. Según apuntan sus responsables, esta macroencuesta recoge la confusión de la población española a la hora de distinguir entre terapias y pseudoterapias. Muestra de ello, el 20% de los encuestados que reconoce haber utilizado tratamientos sin eficacia contrastada como complemento a su tratamiento y el 5% que admite haberlos utilizado en sustitución a las terapias avaladas científicamente.

Esta elección terapéutica, que en muchos casos puede llegar a poner en riesgo la salud de los propios pacientes, está fundamentada en información poco rigurosa. La encuesta apunta a que internet se consolida como la principal fuente de información científica para un 40,3% de los ciudadanos y las redes sociales destacan como principal medio de información para este tipo de cuestiones para el 48,1%.