La batalla entre Galileo Galilei y la Inquisición fue también la batalla entre unos planteamientos científicos y unos dogmas religiosos. Pero lejos de quedarse en una batalla dialéctica, llegó el momento en el que el astrónomo se vio entre la espada y la pared. Ante las acusaciones de herejía surgidas a raíz de una supuesta carta en la que por primera vez el astrónomo cargaba contra la doctrina de la Iglesia, Galileo se defendió diciendo que el documento incendiario era obra de sus adversarios. ¿Pero estaba diciendo toda la verdad?

Un nuevo hallazgo parece desmentir la coartada de Galileo. Se trata de una carta de siete páginas con fecha del 21 de diciembre de 1613 y firmada como G.G. (Galileo Galilei). En esta se pueden observar tachaduras y correcciones del texto original provenientes del puño y letra del astrónomo. De acuerdo con los expertos, estaríamos ante la evidencia más sólida hasta la fecha de que fue el mismo Galileo quien modificó su escrito original con la intención de rebajar el tono de sus afirmaciones ante su batalla con la Inquisición. Una prueba sin precedentes que demuestra los mecanimos de auto-censura que se impuso el astrónomo.

UNA BREVE RETROSPECTIVA HISTÓRICA

La historia de Galileo con la Inquisición empezó hacia el año 1610, cuando el italiano publicó “Mensajero sideral (Siderus nuncius)”, una obra en la que se recogían los descubrimientos realizados con su nuevo y mejorado telescopio. Estas nuevas evidencias acababan respaldando el modelo de universo propuesto por Nicolaus Copernico en el que los planetas orbitaban alrededor del Sol. Un planteamiento revolucionario que apenas diez años antes le había costado la vida a Giordano Bruno, matemático defensor de este modelo.

Como era habitual en aquella época, tras la publicación de sus observaciones Galileo empezó a intercambiar correspondencia con diferentes personas de su entorno para discutir las posibles implicaciones de sus hallazgos. Y fue entonces cuando, en el año 1613, el italiano envió una polémica carta a su amigo Benedetto Castelli en la que discutía la autoridad de la doctrina de la Iglesia católica en materias de astronomía. En este contexto Galileo defendió que la investigación científica debía mantenerse separada de la doctrina teológica.

Pero la controversia no quedó ahí. Copias de esta carta fueron circulando por el entorno de Galileo hasta que dos años más tarde, en 1615, el fraile dominicano Niccolò Lorini envió una supuesta copia de este escrito a la Inquisición. En cuanto el astrónomo italiano tuvo conocimiento de los hechos pidió a un amigo que le proporcionada una copia del documento que había llegado a las manos de las autoridades. Y fue entonces cuando, por primera vez, Galileo declaró que la carta proporcionada por Lorini no se correspondía del todo con lo que él escribió en su día: la versión del fraile era más incendiaria.

LA POLÉMICA CARTA

¿Pero qué tipo de cambios tuvieron lugar entre las diferentes versiones (o copias) de esta controvertida carta? El hallazgo de este nuevo documento escrito y corregido por Galileo demuestra que fue él mismo quien suavizó algunas de sus afirmaciones sobre el debate surgido entre sus nuevos descubrimientos y los dogmas católicos. Y es esta la copia que el astrónomo reivindicó como original ante una versión mucho más incendiaria que había llegado a manos de la Inquisición.

Los expertos siguen trabajando en el análisis de este nuevo documento, que se publicará oficialmente en el boletín de la Royal Society. Por ahora, la información que ha trascendido parece demostrar la existencia de correcciones que el mismo autor introdujo en el texto. En un primer momento, Galileo escribió que “si uno usa el significado literal de las palabras, ciertas proposiciones de la Biblia son falsas”. Una afirmación demasiado incendiara que corrigió matizando el término de “falsas” por “parecen diferentes de la verdad”. En otro momento del texto, Galileo matizó sus afirmaciones sobre los dogmas que las Sagradas Escrituras “ocultan” por aquello que “velan”.

EL SORPRENDENTE HALLAZGO

La que quizás sea la parte más insólita de esta historia es el dónde y el cómo se ha producido el hallazgo de la carta. El documento llevaba un mínimo de 250 años en las manos de la Royal Society, en los cuales había pasado totalmente desapercibida debido a un error de catalogación.

El historiador de la ciencia Salvatore Ricciardo, protagonista de este afortunado hallazgo, relata que encontró la carta mientras ojeaba el catálogo en línea de la Royal Society. Una tarea que emprendió tras pasar el día trabajando en su investigación sobre comentarios escritos que los lectores pudieran haber dejado en los trabajos de Galileo. Fue entonces cuando se percató de un error en la catalogación de uno de los documentos: una carta del 1613 estaba clasificada como del 21 de diciembre de 1618. Y a partir de ahí, todo lo demás es historia.