El cardenal George Pell, que hasta hace unos días ocupó el tercer puesto en la jerarquía vaticana, pasó ayer su primer día detenido mientras espera a que un tribunal dicte condena por haber abusado sexualmente de varios menores hace dos decenios. El extesorero del Vaticano, que hasta ahora ha mantenido su inocencia y que llevó puesto un alzacuellos durante todo el proceso judicial, será sentenciado el próximo 13 de marzo, según confirmaron fuentes judiciales. Ayer se celebró una vista de su juicio en la que se presentaron los argumentos finales previos a la sentencia y en la que el fiscal, Mark Gibson, aseveró que los cinco cargos que pesan contra Pell son graves y acarrean cada uno una pena de diez años de prisión, es decir, medio siglo en total.

Por su parte, la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio vaticano, «se ocupará» del caso de Pell en cuando se conozca la pena tras la condena. Según las leyes de la Iglesia, no se puede proceder canónicamente hasta que se concluya el proceso civil en su última instancia para no entorpecer la Justicia de cada país.