Ajenos a las peleas políticas, a la bronca europea, al ruido sobre la crisis migratoria en el Mediterráneo, los municipios hacen lo que buenamente pueden en materia de acogida. En el caso de Barcelona, esa ardua tarea recae en el Servicio Municipal de Atención a Inmigrantes, Emigrantes y Refugiados (Saier), dirigido por Ramon Sanahuja, que tiene a bien charlar con este diario.

Cuenta que cada día pasan por la oficina, sita junto a la plaza de Espanya, unas 250 personas, y que la mitad de ellas son solicitantes de asilo. Por nacionalidades, los países más representados son Venezuela, Honduras, Colombia y Pakistán. Además de ofrecer información que tiene que ver básicamente con aspectos legales o de atención social, porque el consistorio no tiene competencias en materia de refugiados, el consistorio se está encontrando en las últimas semanas con una marea de subsaharianos que llegan por autobús procedentes de las costas andaluzas.

Cuenta Sanahuja que la Cruz Roja de la frontera sur está desbordada, lo que obliga a dispersar a estas personas por el territorio. De ahí que se aventure con esta afirmación: "Cada día llega un Open Arms a Barcelona". Concretamente, a la estación del Nord, donde aparcan los autocares. Ahí son recibidos por la Creu Roja, que los traslada a equipamientos municipales. El Saier ha incrementado en dos años su presupuesto de los dos a los 4,5 millones de euros, destinados, en su mayoría a la atención social. De ahí que Sanahuja se una grito de las ciudad que reclaman a la Unión Europea que los consistorios puedan gestionar los fondos destinados a acogida.