Ha sido una de las normativas más batalladas, contestadas y polémicas de los últimos años pero la nueva directiva sobre derechos de autor, que adaptará las reglas del copyright a la nueva era de internet y garantizará una remuneración más justa a creadores y artistas por parte de plataformas como Google, Youtube o Facebook, superó ayer el último escollo, con 348 votos a favor, 274 en contra y 36 abstenciones, tras un último y largo debate en el pleno del Parlamento Europeo que ha evidenciado de nuevo la profunda división que genera este asunto en Europa.

El intento de última hora de los detractores del texto por reabrir la propuesta ha fracasado y la enmienda que abogaba por ello ha sido rechazada por un ajustado margen. El texto aprobado es el mismo al que ya dio luz verde el Consejo el pasado 20 de febrero con el voto en contra de Holanda, Finlandia, Italia, Polonia y Luxemburgo, que consideran la reforma como un paso atrás para el mercado único digital, que no garantiza un equilibrio entre la protección de los titulares de derechos y los intereses de los ciudadanos individuales y obstaculizará la innovación.

Para los críticos con el texto, como Ernest Urtasun (Catalunya en Común) o Florent Marcellesi (Equo) «un mal día para la libertad en internet» porque se trata de «un acuerdo nefasto para artistas, autores, pequeños editores y usuarios de internet» que «conducirá a un bloqueo más frecuente de contenido perfectamente legal». Ambos han votado en contra de la propuesta lo mismo que Podemos. Para los partidarios de la reforma, en cambio, se trata de «un gran día» que lanza una señal fuerte de protección a creadores, prensa y educadores, tal y como ha resumido la comisaria Mariya Gabriel. La reforma, que ha necesitado de dos años y medio de intensas negociaciones, ha enfrentado a ambos bandos hasta el último minuto en un ejercicio de presión sin precedentes.

Entre los elementos que mayor discordia han generado está el conocido artículo 13 reconvertido en 17, que obligará a los gigantes de internet que difunden contenidos de usuarios con fines comerciales a identificarlos y filtrarlos de forma automática para garantizar una protección adecuada, en vez de a posteriori como ocurre actualmente, y que no podamos acceder a contenido pirata. Para ello, las plataformas tendrán que obtener una autorización de los titulares de los derechos y en caso de recibirla garantizar que las obras protegidas son remuneradas si son reproducidas.