La familia rociera puso ayer a mediodía, con el fin de la procesión de la Blanca Paloma, punto y final a una nueva romería que acaba con un sentir generalizado de que ha sido un «Rocío esplendoroso» en el que ha acompañado el tiempo y la afluencia de devotos se estima superior a la de otros años.

Todo acabó sobre las 13.13 horas, cuando los almonteños, después de casi diez horas, condujeron a la Virgen del Rocío hasta el dintel de su Santuario, coronado por la Concha Peregrina, poniendo fin a una procesión que ha dejado estampas tradicionales pero, también inéditas, como la de la imagen paseando en paralelo a la marisma recién salida de su ermita.

Una procesión que supone un verdadero acto de cortesía de la Virgen para con sus hermandades filiales y todos sus devotos, a los que durante su salida por las calles de la aldea, les agradece de un año más su presencia.

Lo vivido de nuevo este año durante El Rocío pone de manifiesto que ésta es una de las pocas devociones marianas locales que han adquirido carácter universal, traspasando no ya las propias fronteras de Almonte, o Andalucía, sino de España, no en vano hay devotos reconocidos por la Hermandad Matriz en puntos tan alejados de este rincón marismeño como Australia, Brasil, América del Norte, Argentina o Venezuela.

Para muchas hermandades esa visita de la Virgen supone el inicio de su camino de vuelta hacia sus lugares de origen; concretamente ayer abandonaron ya El Rocío un total de 35 hermandades, la gran mayoría (25) de la provincia de Sevilla.

A ellas se sumarán las que salgan de la aldea hoy -la última en hacerlo será mañanas la anfitriona, la Hermandad Matriz-.