Pippa Middleton y James Matthews han consumado este sábado la boda del año en el Reino Unido. La ceremonia en el pueblecito de Englefield, a una hora de Londres, se ha celebrado en presencia del futuro heredero al trono, el príncipe Guillerno, su esposa y hermana de la novia, Catalina, duquesa de Cambridge y el príncipe Enrique. El lugar elegido ha sido la iglesia medieval de St Mark's, ubicada en una propiedad privada, vallada y controlada por agentes de seguridad, que han mantenido a distancia a decenas de cámaras y reporteros de la prensa nacional e internacional. Además de familia y amigos, también han asistido a la ceremonia algunas caras conocidas, como la princesa Eugenia y el campeón internacional de tenis, el suizo Roger Federer.

La novia ha elegido un vestido blanco bordado, del diseñador británico Giles Deacon y ha llegado al templo en un Jaguar MK V de época descapotable, acompañada de su padre Michael. Catalina, vestido de rosa, lo había hecho antes, en otro vehículo, con la media docena de niños que actuaron como pajes y damas de honor. Ente la troupe infantil se encontraban sus hijos, el príncipe Jorge, de tres años, y su hermana la princesa Carlota, de dos. Finalmente, la esperada Meghan Markle, novia de Enrique, no ha hecho acto de presencia, aunque no se descarta que haya asistido al convite, más informal, sin cámaras y con muchos más invitados, en los jardines de los Middleton.

Pippa ha hecho lo que se llama una buena boda, como era de rigor para quien tiene debilidad por el lujo y alergia al trabajo. Su ya marido, fue corredor aficionado de coches. Cambio el volante por la City y creó una compañía de inversiones y gestión de fondos, con subsidiarias en las islas Cayman. Tan bien le ha ido que en el 2014 compró una casa en el barrio de Chelsea por valor de 17 millones de libras, a la que Pippa se fue a vivir hace un año. La chica requiere un alto nivel de mantenimiento. El anillo de pedida le costó al financiero 250.000 libras.

ANTEPASADOS MINEROS

La nueva familia política de Pippa, Jane y David Mathew, tiene bastante en común con Carole y Michael Middleton. En ambas hay mineros entre sus antepasados y las dos han salido de una clase media. Carole fue azafata, su marido piloto. Michael, el suegro, fue aprendiz de mecánico. Los Matthews son dueños, entre otras propiedades, del Eden Rock, un exclusivo hotel en la isla caribeña de San Bartolomé, frecuentado por celebridades como Roman Abramovich, Beyoncé, Leonardo Di Caprio, Brat Pitt o Elton John. Fue allí, durante unas vacaciones, donde Pippa y James se conocieron hace más de 10 años. Tras un primer y breve noviazgo lo dejaron. Ella puso sus ojos en otro financiero, Nico Jackson, la relación parecía caminar hacia el altar, pero se rompió. En el 2015, los hoy recién casados se reencontraron.

En las bodas siempre hay las ovejas negras y en esta no podían faltar. Por parte de la novia estaba el tío, Gary Goldsmith, hermano de Carole, al que la prensa apodó como “el rey de la juerga”. Siendo novios, Catalina y Guillermo pasaron unas vacaciones en su casa de Ibiza conocida como “La maison bang bang”. A sus fiestas se apuntaron famosos como Kate Moss, Naomi Campbell o George Michael. Gary cayó en desgracia cuando, ofreció a dos periodistas camuflados rayas de cocaína y prostitutas de lujo, al tiempo que alardeaba de sus contactos con la familia real. Pidió perdón y fue perdonado.

LA LUNA DE MIEL, SECRETO DE ESTADO

El novio aportaba al rebaño de descarriados a su hermano menor, Spencer, un playboy de 27 años, estrella detestada y adorada por la audiencia de ‘Made in Chelsea’ y otros 'reality shows' de la televisión británica en los que ha participado. Spencer, educado en Eton, aseguró haberse acostado con 1.000 mujeres, para reconocer después que tampoco fueron tantas. En la autobiografía publicada a los 24 años incluye una orgía en la que participó, junto a una historia de cocaína y otras sustancias estimulantes.

La luna de miel de los recién casados es secreto de Estado. En el caribeño Eden Rock podrían sufrir el acoso de los 'paparazzi'. Quizás se decidan por otra propiedad de los suegros de Pippa, la finca de Glen Affric en Escocia, con título nobiliario, parque de ciervos, coto de caza, su propio lago de truchas y una historia que se remonta a la época de los clanes.