No era la primera vez que lo detenían, tampoco la primera vez que el Chicle dormía en una celda, pero aquel 30 de diciembre de 2017 no estaba solo. Su mujer, Rosario, madre de su hija, dormía en un calabozo cercano. Delincuente veterano, capaz de delatar a su clan familiar y provocar su condena por tráfico de drogas, para quitarse el marrón, aquella Navidad José Enrique Abuín había confesado ya, a su manera.

Había matado a Diana Quer López-Pinel, según él sin querer, aquella noche de agosto de 2016 cuando la joven madrileña de 18 años volvía a su casa de verano en A Pobra do Caramiñal (A Coruña). Pero había mentido, varias veces, sobre el lugar donde había dejado el cadáver de la chica. Y sin cadáver el caso, el futuro juicio, el que arranca este lunes 28 de octubre en la Audiencia de Santiago de Compostela, se complicaba.

El Chicle había tratado de engañar a los investigadores de la UCO de la Guardia Civil. Les dijo que había dejado el cuerpo de Diana Quer en un descampado junto a la Autovía AG-11. También, que lo había tirado a la ría de Arousa. El tiempo corría antes de que llegaran las 72 horas que la ley pone como límite para tenerle en los calabozos antes de llevarlo ante el juez. En un calabozo muy cercano estaba Rosario Rodríguez Fraga, su mujer, la madre de su hija, detenida por su posible complicidad en el crimen. Ella había declarado que estuvo con su marido la noche en que Diana fue asesinada. Los guardias civiles tenían demostrado que el asesino era el Chicle. Si su mujer estaba con él, ella era cómplice del crimen y podía ser condenada.

UNA HIJA EN COMÚN

Tras ser detenida y pasar una noche en el calabozo, Rosario se desdijo de su primera declaración y admitió que ella no estaba con su marido la noche del asesinato de Diana Quer. Se había quedado en casa. Fuentes del caso recuerdan a EL PERIÓDICO el pasaje final de aquella batalla psicológica entre los investigadores y el Chicle: "Se le hizo llegar un mensaje muy claro: Tu mujer está detenida y acusada, aquí al lado tuyo. Ella ya te tapó con lo que le hiciste a tu cuñada hace muchos años. Si dices donde está Diana, tu mujer sale; si no, veremos qué decide el juez y quién cuida a tu hija durante los próximos años".

Rosario había mentido y dado una coartada a su marido, pero los investigadores sabían ya que no había participado de ninguna manera en el crimen de Diana Quer. La ley española no castiga el encubrimiento de una mujer a su marido, así que era cuestión de horas que quedara en libertad. El Chicle no lo sabía, pero sí supo muy pronto, desde su calabozo, que a las diez y cuarto de la noche del 30 de diciembre de 2017 los guardias civiles habían liberado a Rosario, que regresaba a su casa para cuidar de la hija que ambos tienen en común.

Apenas 80 minutos después, Abuín decidía contar por fin la verdad. A las once y treinta y cinco minutos, después de que su abogado le confirmara que Rosario estaba libre, el Chicle condujo a la Guardia Civil hasta el pozo donde había sumergido, casi desnuda y lastrado con piedras, el cadáver de Diana Quer, en la nave de una vieja fábrica de muebles de la parroquia de Asados. El cuerpo estaba muy bien oculto, casi a diez metros de profundidad dentro de un pozo cerrado con una arqueta. Los investigadores asumen que "si él no lo hubiera dicho, posiblemente no habríamos llegado nunca hasta allí".

LA VIOLACIÓN DE SU HERMANA GEMELA

Rosario, la esposa del Chicle, ya había contribuido a salvar a su marido de la cárcel en otra ocasión. Su respaldo fue fundamental cuando, el 17 de enero de 2005, Vanesa, su hermana gemela acusó a su marido de violarla a punta de cuchillo.

La chica, que entonces tenía 17 años y rasgos físicos parecidos a los de Diana Quer, denunció que el Chicle la había engañado para que subiera a su coche con la excusa de llevarla al banco para coger un dinero. Luego, la condujo hasta un descampado cerca de una capilla. Allí, la amenazó con un cuchillo "de mango negro y 20 centímetros de hoja" y la obligó a desnudarse, le hizo ponerse un "picardías azul" de su hermana y la penetró vaginalmente. Según consta en su denuncia, el Chicle le advirtió: "Si cuentas algo, te mataré y te tiraré a un pozo. Luego, mataré a tu hermana, a la niña y a tus padres".

Vanesa sí contó lo que le había ocurrido, a otra hermana y a sus padres. Puso la denuncia y explicó que no era la primera vez que Abuín abusaba de ella, ya que lo había hecho también un mes antes en el mismo lugar. Y que, en julio de 2004, durante un viaje en coche cuando volvían de la playa de Rianxo, El Chicle le había tocado el pecho por encima de la ropa. Años más tarde, ante los guardias civiles que trataban de resolver la desaparición de Diana Quer, la mujer recordó que "se lo conté a mi hermana Rosario, que tuvo problemas con su marido, pero siguieron juntos". La esposa del Chicle desacreditó la versión de su hermana gemela y respaldó por completo a su marido, que quedó libre de la acusación.

Ante los agentes que investigaban el caso de Diana Quer, el Chicle insistía en que él era inocente de aquella violación y que su cuñada se lo había inventado. Parecía preocupado porque aquel viejo asunto saliera de nuevo a la luz. Fuentes de la investigación recuerdan que le hicieron creer que aquello "era un caso cerrado por la justicia". "No hemos venido aquí para eso. Estamos aquí por Diana Quer", le explicaban. Lo cierto es que su cuñada nunca retiró su denuncia y que el caso está siendo investigado de nuevo por un juzgado de Noia.

TRÁFICO DE COCAÍNA

Tres meses después de la desaparición de Diana Quer, José Enrique Abuín ya era uno de los objetivos principales de la operación Querpu de la Guardia Civil. Encajaba en el perfil. Además de la denuncia de su cuñada, había sido detenido por tráfico de cocaína durante la operación Piñata en el año 2007. Delató a varios miembros de su clan de Os Fanchos a cambio de rebajar su condena, que finalmente fue de dos años y medio de prisión.

Pero la investigación no avanzaba. "No lo descartamos, seguía estando ahí, en la retina", recuerdan fuentes del caso. Tiempo después, con el hallazgo del móvil de Diana en la ría y su rastreo, los guardias civiles comprueban que el itinerario del teléfono de la chica desaparecida coincide con el del móvil y el coche del Chicle. Entonces comienzan a vigilarlo "de forma intensa".

Abuín se da cuenta y decide moverse. Trata de aprovechar su vieja relación de chivato con dos guardias civiles de la zona y acude a verlos. Les cuenta que alguien le está siguiendo, teme que puedan ser delincuentes, un ajuste de cuentas. "En realidad, lo hace para ver qué hay en la investigación de Diana, para enterarse, quería tener una fuente de información alternativa. Con la excusa de que les había ayudado en temas de droga, aparece por ahí años después, como por casualidad", recuerdan fuentes del caso. Ante aquellos guardias civiles, el Chicle llega a ofrecer su colaboración para resolver el caso de Diana Quer: "Si me entero de algo, os aviso", les dice.

LA ESTRATEGIA QUE LLEVÓ HASTA GABRIEL

En ese momento, la UCO realiza otra arriesgada maniobra, similar a la que luego haría con Ana Julia Quezada para resolver la desaparición del niño Gabriel Cruz en Almería, unos meses más tarde, en marzo de 2018. "Aprovechando esa circunstancia, le vamos trasladando a través de esos guardias civiles lo que queremos que él sepa: No eres objetivo de lo de Diana, la gente de Madrid te ha descartado, están buscando a un chico joven, amigo de ella...; todo, buscando que se relajara y cometiera algún error que nos llevara hasta Diana", recuerdan fuentes de la investigación.

Esa estrategia, admiten, no funcionó con el Chicle. No movió el cuerpo de Diana. Aunque sí acudió al lugar una vez, sacó el cadáver y le puso piedras para hundirlo profundamente. Supo que una empresa iba a limpiar la nave donde estaba el pozo y quiso asegurarse de que nadie abriera la arqueta y pudiera ver el cuerpo. O quizás hizo sitio para meter el cuerpo de otra víctima. El 25 de diciembre de 2017, el Chicle intentó raptar a otra joven en Boiro, metiéndola en el maletero de su coche, lo que precipitó su detención. La Audiencia de La Coruña, que lo condenó a cinco años y un mes de cárcel por ese asalto, concluyó que Abuín "trataba de trasladarla a un lugar más seguro para poder abusar sexualmente de ella".