El arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, atribuyó ayer algunos de los abusos a menores cometidos en su diócesis y hechos públicos durante esta última semana a «un mal momento» de los sacerdotes autores de las presuntas agresiones. «Si una persona está obsesionada con el sexo y lo va buscando es algo, pero hay personas que tienen este mal momento en la vida que les lleva a hacer algo de lo que después quizás se arrepentirán toda la vida», afirmó el arzobispo después de que los párrocos de Constantí (Tarragonès) y Arbeca (Garrigues) hayan sido destituidos al conocerse que habían sido investigados por el Vaticano por presuntos abusos infantiles entre el 2015 y el 2016.

Pujol, que en una primera comparecencia ante los medios de comunicación afirmó que los sacerdotes implicados «han podido tener sus errores o faltas, pero no son tan graves como para decir que deben ser secularizados», matizó unas horas más tarde su declaración inicial y, a través de un comunicado, puntualizó que «cualquier actuación» de este tipo, incluida la de los dos párrocos, le parece «gravísima».

En su nota, el arzobispo lamentó que su alusión a «un mal momento» se hubiera «interpretado como si pretendiera rebajar la importancia de los hechos», por lo que insistió en «aclarar que cualquier actuación de este tipo, impropia de nadie y más aún de un presbítero, me parece gravísima», precisó.

La intervención pública del prelado se produjo después de que la diócesis diera a conocer el cese de Josep Maria Font como párroco de Arbeca (y de otras poblaciones de Les Garrigues y el Urgell), tras la publicación en El Periódico de que este sacerdote también había sido investigado por abusos sexuales por el Vaticano. «En este momento no pueden estar en las parroquias» porque es difícil que «la gente lo entienda», alegó Pujol.

EDUCACIÓN NO DENUNCIÓ / El conseller de Educación, Josep Bargalló, admitió ayer que el departamento no denunció ante la policía ni ante la fiscalía en el 2011 al sacerdote Font al que, sin embargo, expulsó de la escuela de Cabra del Camp (Alt Camp) donde impartía Religión después de que los profesores avisaron de un comportamiento inapropiado del docente, como informó ayer El Periódico.

Bargalló reconoció que tras las sospechas sobre el cura, los servicios territoriales de su departamento no trasladaron la comunicación a la policía ni a la fiscalía. El caso no se judicializó porque tampoco la familia de las dos menores implicadas en los hechos quiso seguir adelante. Con todo, Bargalló se mostró ayer decidido a «revisar» los casos ocurridos en el pasado, una actitud bien distinta a la que tenían sus predecesoras.