El verano y las vacaciones suponen un parón en nuestra rutina habitual. El día a día se ve alterado por los viajes, una mayor vida social y el pasar más tiempo con nuestra pareja. Este reajuste puede llevar consecuencias negativas si no sabemos adaptarnos. Una necesidad de más espacio y de equilibrar las necesidades de cada uno evitará discusiones o posibles rupturas. Pero no solo se trata de evitar lo malo, sino de fortalecer la relación, apoyándonos en las fortalezas, las aficiones en común y el redescubrimiento del otro.

Las estadísticas en septiembre nos hablan de los matrimonios y de las relaciones que terminan. No existen aquellas que nos cuentan cuántas parejas han crecido en verano o las personas que han salido fortalecidas de ello. Porque realmente se pueden aprovechar las vacaciones para que mejores la relación con el otro.

CRECIMIENTO MUTUO

Las parejas se consolidan sobre una fuerte base de apoyo, la resolución de conflictos, el respeto y el amor, que son imprescindibles para que haya un buen funcionamiento y las dos partes vean satisfechas sus necesidades. Sin esta base, que a menudo no se ha establecido durante la rutina del resto del año, la pareja se encuentra desprotegida cuando llega el verano y pasan más tiempo juntos, pudiendo aparecer una crisis, tanto a nivel personal como en la relación.

Las vacaciones pueden ser usadas para conocer mejor al otro, entender qué necesitáis en la relación, crecer con él y encontrar una mayor felicidad en pareja. Para ello es imprescindible seguir los siguientes puntos:

1. Sinceridad

Los viajes que hacemos en vacaciones tienen una duración corta donde podemos entrenar aspectos más positivos, como la sinceridad y la expresión de lo que cada uno necesita. Una parte importante que nos puede hacer crecer es acordar que los días que dure el viaje, seremos sinceros sobre lo que queremos y lo que no, lo que nos gusta y lo que nos desagrada. Se trata de entrenar la asertividad con el otro no de atacarle ni sacar a la luz viejos rencores. Esto también te hará ver cuántas cosas puedes estar callándote por un miedo irreal.

2. Un día especial

Dentro de las vacaciones, acordar un día específico para dedicárselo al otro nos enseña a practicar la generosidad y el altruismo, así como hacer que nuestra pareja se sienta bien. También tendremos un día así para nosotros, donde veremos cómo funcionamos cuando el otro hace cosas buenas por nosotros.

3. ¿Qué quieres hacer?

En algunas parejas, la dinámica habitual es que uno decida los planes y el otro se adapte. No se debe a que haya una relación desequilibrada sino que, por la personalidad de cada uno, se han visto cómodos con esos roles. Dar la vuelta a la rutina nos haré escuchar más al otro. Una herramienta muy potente es preguntar 'qué te apetece hacer hoy?'.

4. Conocimiento en profundidad

En 1997, el psicólogo Arthur Aron llevó a cabo un experimento cuyo objetivo era que varias personas ganaran en intimidad y confianza. Este experimento se ha ido replicando a lo largo de los años debido a que tienen un impacto aun mayor con personas que no tienen una relación. Y es que, parece que logra que dos personas se enamoren respondiendo conjuntamente a 36 preguntas.

Si nos vamos a la base original del experimento, podremos jugar con nuestra pareja. Las preguntas hablan de deseos, de sueños ocultos, de intimidad y de necesidad de seguridad. De forma conjunta supone un momento de profundidad en el otro que nos llega a conectar y a fortalecer los lazos que ya tenemos.

La fortaleza en la pareja se establece desde los vínculos, la escucha activa y la búsqueda de la satisfacción de nuestras necesidades en unión con los de la otra persona. Esta base nos ofrece un camino que podemos recorrer con satisfacción en vacaciones y ver cómo fortalecemos el amor, el respeto y la intimidad con nuestra pareja.