Ayer se cumplió un año de la desaparición del pequeño Gabriel en Almería. Tuvieron que pasar 13 días hasta que la Policía detuvo a Ana Julia, la autora confesa del crimen y pareja entonces del padre del niño, 13 días en los que el país entero contuvo la respiración esperando un feliz desenlace que finalmente no se produjo. En todo ese tiempo, los primogénitos de Gabriel, Patricia Ramírez y Ángel Cruz, dieron una lección de valentía, contención y entereza a todos, y ayer volvieron a hacerlo en una comparecencia antes la prensa. Así, pidieron que no haya «debates innecesarios» en torno al crimen de su hijo de ocho años antes de la celebración de vista oral con jurado popular para que se dicte una sentencia «incuestionable, inquebrantable e irrefutable» contra la autora confesa de su muerte, que no «solo le haga justicia a él, sino también para que esta mujer no haga daño a nadie más».

Una de las cosas que más fuertes les mantiene es luchar «con hasta nuestra última gota de fuerza para que se haga justicia a Gabriel», han trasladado visiblemente emocionados y convencidos de que habrá «un final justo». Sea como sea, han reconocido que son «conscientes» de que «viene lo peor» con la celebración del juicio por asesinato.

Ambos han expresado, asimismo, su convencimiento de que el crimen de su hijo «tiene que ver» con la muerte de la primera hija de la investigada, en 1996, cuando esta residía en Burgos y la pequeña de cuatro años cayó desde una ventana, al tiempo que han anunciado que van a solicitar «formalmente» que se incorpore al procedimiento testimonio de las actuaciones que se realizaron en su momento para esclarecer esta muerte.

Los padres del pequeño también se han sincerado sobre cómo ha sido este año sin su hijo y sobre cómo el apoyo «emocional y psicológico» que han tenido «desde el minuto uno» les ha ayudado a «gestionar el dolor por su ausencia y la frustración de ver su imagen en un sitio, lo que te desgarra porque no hay nada que te cambie más la vida».