La llegada a Europa de los primeros pueblos agricultores procedentes de Oriente Próximo, hace unos 10.000 años, significó a la larga la asimilación y definitiva desaparición de los ancestrales cazadores-recolectores que poblaban el continente. Ahora, un análisis genético de individuos procedentes de diversos yacimientos europeos ha comprobado que este proceso de convivencia y entrecuzamiento se prolongó durante al menos tres milenios.

Aunque desde hace algunos años se sabe que los agricultores neolíticos y los cazadores mesolíticos eran genéticamente distintos, poco se conocía hasta ahora de las dinámicas locales de este proceso de reemplazo, considerado la mayor transición demográfica experimentada por el ser humano en millones de años. Al parecer hubo dos principales rutas de expansión de los agricultores neolíticos desde Oriente Próximo: una a través de la costa mediterránea, que alcanzó a todos los países del sur de Europa, y otra siguiendo la cuenca del Danubio, que contribuyó al poblamiento de Europa central y septentrional. El proceso fue rápido.

MUESTRAS DE CENTROEUROPA / Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha logrado secuenciar numerosas muestras antiguas procedentes de Hungría, Alemania y España. «Gracias a este análisis se ha podido determinar que en los tres casos, después de la llegada inicial de los primeros agricultores, estos se entrecruzaron con los cazadores locales a lo largo de varios siglos», explica el coautor Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva, centro mixto CSIC-Universitat Pompeu Fabra. La investigación se ha publicado en la revista Nature.

«En la península Ibérica, los genomas de los agricultores del neolítico medio y final conservan un 25% de componente genético procedente de cazadores», añade. A diferencia de los cazadores, que nunca fueron muy numerosos, los pueblos agrícolas y sedentarios van avanzando y ganando territorios gracias a su elevado crecimiento demográfico. Como consecuencia, entre hace 8.000 y 5.000 años desaparece el estilo de vida cazador-recolector y se diluye gran parte de su legado genético.