Alejandro Ruiz-Huertas, el último superviviente de la matanza de Atocha y profesor ya jubilado de la Universidad de Córdoba, acogió ayer con prudencia la noticia de la detención de Carlos García Julia, uno de los autores de aquellos crímenes. «A estas alturas de la vida, no te crees nada», reconoció a este periódico. Explica que el ahora detenido se escapó cuando cumplía condena y hacía años que se le buscaba. «Supimos que tuvo problemas de drogadicción y pedimos la extradición, algo que nunca sucedió», relata. Su captura ahora en Brasil, un país con un gobierno de extrema derecha, no le da muchas garantías a Ruiz-Huertas de que finalmente vaya a ser extraditado a España y admite que la noticia le produce «malestar y confusión». «Me he puesto en contacto con mi abogado y con los de la Fundación Abogados de Atocha y todos coinciden en que es un tema muy complicado y, además, los delitos han prescrito», recuerda. «No sabemos muy bien qué va a pasar jurídicamente con todo esto», añade Ruiz-Huertas, mientras reconoce que lógicamente sería «una tranquilidad» que quien participó en el asesinato, aquel 24 de enero de 1977, de tres abogados, un estudiante de Derecho y un administrativo y dejó cuatro heridos más, él entre ellos, cumpliera su condena o lo que restara de ella.

Alejandro Ruiz-Huertas lamenta que, aunque tras la matanza de los ultraderechistas se celebró un juicio muy rápido, han quedado «muchas sombras» de aquel episodio funesto y ahora, 40 años después, parece muy difícil esclarecerlas.