Una joven de 23 años con síndrome de Down fue agredida el martes en la parada de metro de Sants Estació de la Línea 3 por un hombre de mediana edad que, sin mediar palabra, le propinó un codazo en el hombro y un puñetazo a la altura de la nariz, que le partió las gafas. La familia de Gema B. D. (Cádiz, 1992) ha denunciado los hechos ante los Mossos d’Esquadra, ha adjuntado el parte de lesiones y ha reclamado el vídeo para comprobar si el suceso ha podido ser grabado. María Luisa D., la madre, prefiere ocultar los apellidos para evitar la identificación de su hija, debido a que ignora si "ha sido un hecho casual y arbitrario o intencionado". La progenitora, con el miedo todavía en el cuerpo, se pregunta: "¿Qué nos está pasando a la sociedad para que se produzca tanta crueldad?"

El suceso ocurrió a las 13.50 horas del martes cuando la joven iba a comer a su casa después de finalizar las clases del programa de inserción laboral de la Fundació Aura de Barcelona. Al apearse del vagón del metro y dirigirse a la salida de la calle de Numància detectó que un hombre iba detrás de ella. El agresor le pidió paso y al adelantarla le dio un codazo en el hombro para apartarla, "pero no se quedó contento y se colocó frente a Gema y con el puño cerrado le propinó un puñetazo en la cara que le lesionó la nariz y le rompió las gafas".

ANULAR LA VISIBILIDAD

La agresión la paralizó porque al partirle las lentes le anuló la visibilidad, ya que la víctima tiene tan solo un 3% de visión y, además, lleva audífono. Intentó pedir ayuda, pero no había nadie porque Gema acostumbra a caminar despacio y la gente ya se había ido. Al reclamar auxilio, el agresor salió corriendo. La joven mandó un wasap a su familia "con muchos emoticonos con llanto", afirma María Luisa. Las lágrimas de los símbolos fueron las mismas que bañaron, a continuación, el rostro de la joven. "Se pasó dos horas de reloj llorando. Era un mar de lágrimas. Tardó en encontrar consuelo", cuenta María Luisa.

Madre e hija acudieron a presentar denuncia ante los Mossos. Gema explicó que su agresor era un hombre de unos 50 años, alto, y que vestía pantalón vaquero y camiseta blanca, y pidió: "Quiero que lo cojan y lo metan en la cárcel". Fue su forma de verbalizar la injusta agresión. La familia adjuntó, además, el parte de lesiones del Centro de Asistencia Primaria de su barrio en el que se especifica que presentaba "un ligero hematoma en la zona superior de la pirámide nasal y estrés psicológico", producido por la ansiedad que le provocó la agresión. De hecho ha anunciado que el jueves no quiere ir a clase. Este miércoles, pese a que Gema ha pasado mala noche, aun con muchas tilas -"se ha destapado mucho y ha dado muchas vueltas", puntualiza la madre-, la joven ha querido ir a clase. María Luisa la ha seguido, sin que su niña se enterara, con ojos de protección maternal por si acaso el agresor rondaba de nuevo.

ABRAZOS EN CLASE

Gema ha explicado este miércoles el suceso en la clase "y me han dado abrazos y me han dicho que me apoyan", afirma. También ha dibujado la agresión. Los golpes todavía están muy presentes, tanto que asegura: "Tengo miedo, aún un poco de miedo".

La familia de Gema ha luchado sin descanso por su inclusión. Llegaron de Andalucía a Barcelona para que la pequeña de los tres hijos de la familia pudiera formarse y llevar una vida independiente. "Coge el metro sola, sale con su grupo de amigos y va a clase de zumba y boxeo. También hace deporte". El miércoles por la tarde le tocaba sesión de boxeo y ya le ha anunciado a su madre: "Cuando le dé al saco, voy a pensar en la cara de ese hombre". María Luisa asegura que el golpe que ha sufrido su hija "es un hachazo en su educación porque paraliza su autonomía de ir sola a los sitios". "Después de esta agresión también yo tengo que superar muchos miedos para dejar de nuevo que mi hija continúe su camino hacia la independencia", expresa la progenitora.