Varias acusadas de formar parte de una organización de prostitución en tres locales, uno en Malaga capital, otro en la localidad malagueña de Torremolinos y otro en Córdoba, han reconocido este martes durante el juicio que ejercían esta actividad en dichos establecimientos pero de forma particular, según informa Efe.

Las procesadas han afirmado que iban "libremente", que nadie las coaccionaba y que no estaban bajo ninguna relación de subordinación como mantiene la Fiscalía malagueña, que afirma que no tenían libertad en cuanto a la forma y condiciones en las que ejercían la prostitución.

Han denunciado que sufrieron "coacción policial" durante sus detenciones y que debido a ello mintieron y dijeron que en los locales se vendía droga, que se les imponía horarios, jornadas excesivas y rotación entre los tres clubes.

Este martes todas las acusadas han negado tal extremo y han subrayado que iban a los tres hoteles libremente, que pagaban sus consumiciones y si querían hospedarse pagaban como en cualquier establecimiento.

También han declarado varias mujeres que afirman que solo eran camareras o limpiadoras y han negado que fueran "las mamis o encargadas de las mujeres".

"Nos llamaban mamis porque no sabían nuestros nombres ya que eramos muchos, nos decían mamis o papis pero no eramos encargadas de nada", ha apostillado una de las mujeres entre lágrimas, que ha denunciado que la tuvieron en los calabozos cuatro horas por hacer su trabajo de limpiadora en el hotel.

El juicio comenzó este lunes en la Audiencia Provincial de Málaga y en la segunda jornada han finalizado las declaraciones de las 21 personas sentadas en el banquillo de los acusados de formar parte de una organización de prostitución en la que el cabecilla está acusado de 167 delitos de prostitución.

Para el fiscal, la organización presentaba una estructura jerárquica con un propietario real que hasta al menos diciembre de 2009 dirigió un negocio de prostitución con tres locales en Málaga y Córdoba.

A los procesados también se les acusa de fomentar la venta de drogas, principalmente cocaína, en el interior de los locales, ya que consideraban que el consumo por parte de los clientes incrementaba el gasto en consumiciones y servicios sexuales.