En el desierto de Jordania, a solo 15 kilómetros de la frontera con Siria, el emblemático campo de Zaatari acoge cerca de 80.000 refugiados. Todos son sirios, huidos sin excepción del infierno de la guerra en su país, al que no saben si algún día van a poder regresar. Entre ellos languidece un venerable anciano, Yousef Abdalruhman, cuya esperanza y memoria, irremediablemente, se van desvaneciendo con el paso del tiempo. En enero cumplió 114 años y es, seguramente, el hombre más longevo del mundo.

La historia de Yousef, que comparte habitáculo con su hija Nejmeh y su nieto Ahmad, salió a la luz en febrero del 2016, cuando la Agencia de la ONU para los Refugiados divulgó un vídeo sobre el «hombre más viejo de Zaatari». Yousef tenía por entonces 113 años. Al mes siguiente, el Guinness World Records certificó que el más longevo del planeta era Yisrael Kristal, un superviviente de Auschwitz de 112 años, nacido en Polonia el 15 de septiembre de 1903, en el mismo año que Yousef, aunque ocho meses más tarde. Un año después, ajeno a este debate, Yousef sobrevive en la choza metálica que les asignaron, postrado en su camastro, acompañado día y noche por su querida Nejmeh. Su salud es frágil, y aunque no tiene diagnosticada ninguna enfermedad, cuatro años de exilio forzado han hecho mella en su débil cuerpo. En los últimos meses, ha perdido su capacidad auditiva y apenas se puede mover. «En el último año la salud de mi padre se ha deteriorado mucho. Antes podíamos ir al hospital, pero ahora es imposible, y los médicos solo vienen a visitarle cada cuatro o cinco meses», explica Nejmeh.

El libro de familia de Yousef Abdalruhman Abu Saloa certifica que nació el 1 de enero de 1903 en Inkhil, en la gobernación de Deraa. Su vida entera ha transcurrido paralela a la historia de Siria. En 1918, cuando tenía 15 años, tropas árabes lideradas por el emir Faysal capturaron Damasco y pusieron fin a 400 años de dominio otomano. A los 43, Yousef vio proclamar la independencia de su país. La revolución siria y la actual guerra civil estallaron cuando ya era un abuelo centenario.

Cómo ha logrado Yousef vivir tantos años es algo que ni sus propios familiares se explican. Según su hija, él lo atribuye a la comida sana, el rezo y el tabaco. Siempre fue un fumador empedernido. Aún lo es. «No debería hacerlo, pero me los pide, y le sigo dando dos o tres cigarrillos al día».