Con más de 1.200 millones de usuarios en todo el mundo, WhatsApp es una de las redes sociales más utilizadas, si no la más. Y España es el país más aficionado de Europa a esta aplicación móvil, según el último Eurobarómetro, publicado a finales del año pasado.

En números, el 90,8% de los usuarios de telefonía móvil, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), y de ellos, casi la mitad (42,3%) afirma que lo usa «continuamente» y el 47,5%, «varias veces al día». Sumando, representan el 89,8% de los usuarios. Casi todos, vamos: WhatsApp se ha convertido en un fenómeno social que ha cambiado la forma de comunicarse, de ir por la calle, de relacionarse o de estar localizado, solo 8 años después de su nacimiento, el 24 de febrero del 2009.

El grueso de los usuarios de WhatsApp admiten que tienen entre 51 y 200 contactos en su agenda, según el CIS. Y mantienen entre cinco y 10 conversaciones al día (el 35,3%) o entre 11 y 20 (13,2%). El 72% lo hace para hablar con la familia, el 68% con amigos y el 41%, para planear actividades.

Las plataformas sociales y de mensajería que dominan entre los españoles siguen siendo WhatsApp (92,8%), Facebook (87%), Twitter (48,9%) e Instagram (40,4%), según la última encuesta de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), publicada el pasado día 9.

Según estos datos, WhatsApp y Facebook copan el uso de internet de los españoles. Solo la navegación web a través del móvil, con un 94,6%, de respuestas, consigue superar a WhatsApp, que supera incluso al uso del correo electrónico de forma habitual (88,9% de encuestados).

Además, la utilización de WhatsApp ha crecido de forma desmesurada: en el 2012, solo tres años después de su creación, ya lo utilizaba más del 60% de los usuarios de Internet en España. La forma en que los usuarios interactúan entre ellos a través de la aplicación también ha variado. Antes, con los correos electrónicoso incluso con los SMS, la respuesta no tenía por qué ser inmediata y se aceptaba que la respuesta se demorara un día o dos; con WhatsApp no: exige una respuesta inmediata.

Genera nuevas formas de exigencia en una conversación que se supone continuada, aunque rompa las barreras del tiempo y el espacio. No responder al instante genera la ansiedad de la espera. Y si encima ha salido el ‘doble check’ o se ve en el apartado de «información» que ya ha sido leído, peor.

El hecho de que casi todos los usuarios de ‘smartphones’ españoles usen WhatsApp convierte a esta aplicación en una poderosa arma de propaganda. Uno de los últimos ejemplos de su poder y su rápida propagación ha sido el mensaje enviado por el entorno del PP en contra de lapropuesta de Podemos de suprimir la retransmisión de la Misa en TVE: gracias al citado WhatsApp, la audiencia se triplicó.