El 43,4% de los 535 conductores fallecidos en el 2018 en accidentes de tráfico y sometidos a autopsia había consumido alcohol, drogas o psicofármacos, según el informe anual del Instituto Nacional de Toxicología. Este porcentaje se mantiene, con pequeñas variaciones, desde el año 2015, si bien el estudio comparativo desde el año 2008 indica que los resultados positivos en alcohol registran una tendencia a la baja, al pasar del 30,9% hace una década a 26,5% en la actualidad. Sin embargo, la tendencia se invierte en el caso de las drogas: ha aumentado casi nueve puntos en diez años, del 10,7% al 19,1%. En concreto, la evolución al alza se debe a las altas tasas de consumo de cannabis y cocaína.

"Atención, que no es una encuesta, son datos reales", advirtió el director general de Tráfico, Pere Navarro, en la presentación del informe. "Los que se matan de una forma u otra tienen alteradas las condiciones normales para la conducción", subrayó el máximo responsable de la DGT. Ante el alto volumen de positivos en alcohol y después de años y años de campañas en torno a la idea de que 'si bebes, no conduzcas', Navarro consideró que "lo único que se le ocurre" como explicación para que aún haya personas que después de tomarse unas cervezas o copas se pongan al volante es que tengan una sensación de "impunidad". Y para luchar contra esta percepción, la DGT ampliará el número de controles en las carreteras de alcohol, puesto que de drogas es el país de la UE con más controles.

El perfil del conductor bajo el consumo de sustancias estupefacientes, según la memoria del Instituto Nacional de Toxicología, es el de un varón de entre 25 y 54 años, a bordo de un turismo, que había bebido o consumido alcohol o cannabis o cocaína.

Entre los peatones fallecidos por atropello, el 38,5% dio positivo. Su perfil es muy distinto: normalmente son hombres mayores de 50 años que había consumido psicofármacos en un 52,7% de los casos.