He aquí varias opciones para que los urbanitas cambien el chip por unos días. Piedra y silencio, aunque el turismo masivo de estos días reste atractivo. Sigan a sus pies y piérdanse por algunos de los pueblos con más encanto de España.

Albarracín (Teruel)

Patrimonio de la Humanidad por la belleza e importancia de su patrimonio histórico, su casco antiguo duerme sobre las faldas de una montaña, con sus casas colgadas sobre la hoz del río Guadalaviar. Las calles son empinadas y estrechas, o sea que olvídense de los tacones y piérdanse por los pintorescos rincones de este maravilloso pueblo, Las construcciones ofrecen la original arquitectura popular con la forja propia de la provincia del color rojizo característico, llamado rodeno. La ruta puede continuarse por otras bellas localidades como Cantavieja, Calaceite, Rubielos de Mora, Valderrobres, Puertomingalvo, Mirambel y Alcañiz.

Medinaceli (Soria)

Sobre un cerro asomado al valle del Jalón, cuyo nacimiento merece también una visita, la villa de Medinaceli ha conservado el encanto de ciudad medieval. Cincelada por celtíberos, romanos, árabes y cristianos, se accede por el gran arco romano de tres puertas y se visita la plaza mayor, el castilo, la colegiata y el convento de clarisas de Santa Isabel, entre otros. Siguiedo ruta, nos encontramos las calles rojas y blancas de Arcos de Jalónz y la encantadora Chaorna, que, enclavada en el mayor sabinar de España, ocupa un hoz del arroyo de Useca. Casas, fuentes, cuevas y cascadas, en un entorno callado y adusto. El conjunto histórico artístico de Yanguas, ROmanillos o el MOnasterior de Santa María de la Huerta son otros puntos de interés.

Pampaneira y Capileira (Granada)

A la entrada de la Alpujarra granadina, seis kilómetros separan dos de los pueblos más bonitos de España: Pampaneira y Capileira, que junto con el de Bubión completa un conjunto histórico artístico que ha mantenido el aspecto berebere en la arquitectura de sus casas y sus calles. La ruta circular regala espectaculares vistas al barranco del río Poqueira, con el pico Veleta y el Mulhacén en el horizonte. En Pampaneira, las empinadas calles con sus casas de piedra, launa, pizarra y cal, alcanzan un desnivel de 300 metros entre la parte baja y la alta. Vayan sin prisas y disfruten de su gastronomía y peculiaridades como los tinaos, pasajes sobre los cuales se sitúan las viviendas, y las jarapas, que surgieron como una manera de reciclar las ropas viejas, y los lavaderos árabes, que aparecieron en la película ‘Yerma’.

Alquézar (Huesca)

En un precioso cañón asoma encaramado a 660 metros de altitud esta joya del somontano oscense, en el parque nacional de Guara. Además de disfrutar del bellísimo paisaje de calizas modelado por el río Vero, con sus acantilados de vértigo, vale la pena adentrarse en las entrañas de la amurallada villa. El medieval trazado nos lleva a la majestuosa colegiata, la iglesia de San Miguel y otros rincones para admirar. Aprovechen para conocer el cañón, las cuevas de arte rupestre y seguir alguna de las rutas de senderismo y b.t.t. de Guara. También merecen una parada los bellos de pueblos de Ansó, Aínsa, Roda de Isàbena o Hecho, el castillo de Loarre y una cata en las bodegas del Somontano.

Morella (Castellón)

Con su posición privilegiada y las murallas centenarias coronadas por el robusto castillo a más de mil metros de altura, Morella seduce al visitante a primera vista. Declarada conjunto histórico-artístico, sus dieciséis torres, seis portales y casi dos quilómetros de muralla configuran una silueta única. La iglesia de Santa María, el convento de San Francisco, el acueducto, las torres y las murallas son algunos de sus puntos más relevantes. Otro pueblo con su castillo en lo alto que merece una parada es Vilafamés, cuyas zizagueantes calles nos transportan a sus orígenes árabes. Llaman la atención la impresionante iglesia parroquial y la mole de piedra Roca Grossa. Para los que prefieran otear el Mediterráneo y darse un chapuzón si el tiempo acompaña, puede acercarse a la animada Peñíscola.

Santillana del Mar (Cantabria)

Su legado histórico unido al enclave natural, hacen del municipio de Santillana del Mar, uno de los más bellos de Cantabria. Desde los primeros asentamientos prehistóricos, hasta el apogeo señorial pasando por las épocas de gran pujanza eclesiástica, la localidad ha venido adquiriendo un enorme legado artístico, cultural y monumental. La excelente conservación de sus casonas, su colegiata y los numerosos palacios, nos sumergen en un tiempo lejano, y más aún si se visita la réplica de la cueva de Altamira (la original está muy restringida). Otro destino recomendable es Bárcena Mayor, situado en una pequeña vega del río Argoza, en el parque natural Saja-Besaya. Paisaje y piedra seducen al visitante, como también sucede en Liérganes.

Ciudad Rodrigo (Salamanca)

Uno de los principales conjuntos histórico artísticos del oeste castellano, guarda destacados inmuebles declarados BIC (Bien de Interés Cultural). El primitivo recinto medieval fue completado en tiempos modernos con el sistema de baluartes, revellines y fosos que le confieren un perfil estrellado a la fortificación. Recorrer sus intrincadas calles, y visitar sus palacios, la catedral de Santa María, el museo catedralicio y las murallas nos regalan un fascinante viaje al pasado. Otros pueblos con encanto de la provincia son La Alberca, Mogarraz, Candelario, Miranda del Casteñar y Ledesma.

Mojácar (Almería)

Situado en una cima a 170 metros sobre el nivel del mar, al final de Sierra Cabrera, Mojácar resplandece desde la carretera con el intenso color blanco de sus casas. Las flores que cuelgan de sus balcones culminan la bella estampa junto al Mediterráneo. Casas encaladas con arcos y cúpulas, el mirador del castillo, iglesias y ermitas... Y a todo ello se suma contar con algunas de las playas almerienses más atractivas, que forman parte del parque natural Cabo de Gata. Otra joya a descubrir es Lucainena de las Torres, una exquisita estampa blanca salpicada de flores.

Covarrubias (Burgos)

Este pueblo burgalés invita a callejear por la edad media: la plaza de Doña Urraca, la de Doña Sancha, la de la Cebada, la del Obispo Peña... y todas las callejuelas que las enlazan conforman un espacio arquitectónico único en Castilla y León. El urbanismo medieval con que fue construida la primera Villa de Covarrubias aún pervive en los trazados estrechos de las calles, en su orientación y en las numerosas plazas donde se reunían y mercadeaban nuestros ancestros. Las casas de Covarrubias tienen, por lo general, tres plantas: la planta baja, de piedra, que era usada como cuadra para los animales; el primer piso, con entramado de madera y adobe, y el desván, de idénticas características. En la misma provincia, Frías, Caleruega y Lerma también figuran en el listado de los pueblos más bonitos de España.

Guimerà, Besalú, Siurana y Rupit (Cataluña)

En la provincia de Lleida, una de las visitas obligadas es Guimerà, situado en la valle del Corb y de pasado medieval. Desde el río se disfruta de un precioso panorama del pueblo, en la ladera de un cerro. Sus empinadas callejuelas conducen a la iglesia y la torre del castillo, que nos regala preciosas vistas.

Girona cuenta con incontables tesoros arquitectónicos, entre ellos Besalú, al que se accede cruzando su icónico puente románico sobre el río Fluvià. El pasado medieval y judío se mezclan en los rincones de este pueblo de la Garrotxa y se puede completar la visita acercándose a su afamada zona volcánica.

De Tarragona destacaremos Siurana, situado sobre un gran peñón de roca caliza en las montañas de Prades, con unas increíbles vistas panorámicas de todo el valle del río Siurana y de su embalse. La iglesia románica, los restos del castillo árabe, las vistas y un paseo por este pequeño pueblo merecen una visita.

Ya en la provincia de Barcelona, Rupit i Pruït se presenta como una de los enclaves más interesesantes, ubicado entre las montañas de Collsacabra y las Guilleries. Destacan su puente colgante y el Salt de Sallent, uno de los saltos de agua más espectaculares de Catalunya. Situado entre las montañas de Collsacabra y las Guilleries pasear por el pueblo con sus casas de piedra es una verdadera maravilla.