Ha llegado un nuevo Domingo de Ramos. Aunque este año no haya cofradías en la calle por la crisis del coronavirus, hoy sigue siendo Domingo de Ramos. Un Domingo de Ramos que hace unos meses nadie podría imaginar. Nadie podía pensar que este año Jesús en la Entrada Triunfal en Jerusalén no iba a cruzar el atrio de la parroquia de San Lorenzo trayendo esa ilusión que solo un cofrade sabe entender.

Nuestro Padre Jesús de los Reyes se ha quedado este año en su sillón de rey, acompañado de la Virgen de la Palma, la dolorosa que cada año abre la Semana Santa cordobesa.

Un Domingo de Ramos que, como cada año, volvería a dejar momentos para el recuerdo, de esos que quedan grabados para siempre. Y son estos recuerdos los que a través de estas líneas vamos a ir recobrando. De este modo, no es intención mirar al Domingo de Ramos como algo perdido, sino como algo vivo al menos en el recuerdo.

Por ello, echemos la vista atrás y recordemos el mejor Domingo de Ramos que nos venga a la memoria. Aquel cuando estrenabas camisa nueva o usabas esa colonia que solo te ponías para las grandes ceremonias, el olor a caramelo frito en las calles o la tierna mano de la abuela que con mimo te acercaba para que tocaras el paso del Señor o de la Virgen.

Misa de la hermandad de la Borriquita, este Domingo de Ramos en la iglesia de San Lorenzo. Foto: FRANCISCO GONZÁLEZ

Tarde de Domingo de Ramos, al otro lado del río, cuando todo un barrio, el del Cerro, se hace hermandad para acompañar a los titulares de la cofradía del Amor, Jesús del Silencio, el Cristo del Amor y la belleza de la Virgen de la Encarnación, que a los sones de alegres marchas se va acercando a la Catedral.

Y a la Catedral también llega la hermandad de la Esperanza, fundada en la parroquia de Santa Marina y hoy en San Andrés, toda una seña de identidad del Domingo de Ramos. Aún se recuerdan los pasos de la cofradía bajando la Cuesta del Bailío, un enclave que abandonó recientemente con el traslado de la carrera oficial a la Catedral.

También, en este Domingo de Ramos tan especial, no podemos olvidar la calle de la Feria, calle señera y cofrade por excelencia que cada año ve discurrir a la cofradía de la Oración en el Huerto. Todo un clásico del Domingo de Ramos cordobés, el Señor orante mirando el cielo azul de la calle de la Feria.

Y el Domingo de Ramos también es día de reencuentro, de ver a aquella gente que quizás no ves durante el año pero sabes con certeza que el Domingo de Ramos te la vas a encontrar y casi seguro en el mismo sitio de todos los años. Como por ejemplo en la plaza de la Corredera, para ver pasar la hermandad de las Penas de Santiago acompañando al Cristo de las Penas y a la Virgen de la Concepción, o en la antigua plaza del Alpargate, hoy del Cristo de Gracia, para contemplar el paso de Jesús Nazareno Rescatado.

Para el recuerdo han quedado las largas filas de penitentes tras el Señor, ya que desde hace unos años camina en el primer paso de la cofradía y las promesas quedan tras la Virgen de la Amargura.

Da igual por donde pase. El Señor Rescatado destila ese sabor a pueblo, a devoción querida y sentida, y eso se palpa cuando, el Domingo de Ramos, el Nazareno Rescatado se echa a la calle.

Volverá, ya lo creo que volverá, y los recuerdos, esos que quizás hoy duelen, volverán a cobrar vida en un nuevo y radiante Domingo de Ramos que ya nos está esperando.