Poco a poco, la semana va pasando. Hoy Miércoles Santo llegamos al ecuador de la misma con una importante jornada donde se aúnan cofradías señeras con otras que se han ido incorporando en los últimos años.

Un Miércoles Santo que con normalidad haría que la gente se echara a la calle en masa aprovechando que mañana es festivo. Algo que no ocurrirá puesto que las circunstancias nos obligan a quedarnos en casa, como se quedarán hoy las seis cofradías de la jornada.

En este recuerdo sentimental del Miércoles Santo que pudo ser y no fue no podemos olvidar a la hermandad del Perdón, que hoy volvería a cruzar la Judería cordobesa. El caminar del misterio de Jesús del Perdón se volvería a aliar con la banda de la Coronación de Espinas, ese binomio perfecto que cada año hace vibrar a todos aquellos que se acercan a contemplar el paso de la cofradía.

La plaza de San Lorenzo no escuchará este año las saetas al Señor del Calvario, el dulce Nazareno permanecerá en su capilla junto a la Virgen del Mayor Dolor, en un extraño Miércoles Santo en el que la plaza de San Lorenzo quedará muda, como se quedará la plaza de San Pedro. Las amarillentas piedras del templo no serán hoy telón de fondo para el Crucificado de la Misericordia, ni vibraremos con el palio malva y oro de la Virgen de las Lágrimas al compás de la célebre marcha Lágrimas y Desamparo, de Francisco Melguizo.

Y en este Miércoles Santo tan especial tampoco podemos olvidar a la hermandad de Pasión, una cofradía que cada año llega desde el barrio de San Basilio. Este año, Jesús de la Pasión se quedará esperando a su gente, la de siempre, la del día a día. Esa gente que en estos duros momentos lo tendrá más presente que nunca. No podrá ser. El Nazareno se quedará en casa y en la mayordomía de la hermandad, la espectacular túnica que este año pensaba estrenar. Una pieza diseñada por Julio Ferreira y realizada por Jesús Rosado. Junto al Nazareno de Pasión quedará su Madre, la Virgen del Amor, que una vez más estará acompañada en esta triste tarde por el apóstol San Juan.

Tampoco el barrio de Las Palmeras se podrá echar a la calle a contemplar su cofradía, esa hermandad que poco a poco se ha hecho grande y desde hace pocos años incorporada a la carrera oficial de la Semana Santa con todo lo que ello conlleva, dada la lejanía de su sede canónica con el primer templo de la diócesis.

Y, por supuesto, no podrá ser el Miércoles Santo de la Paz, la cofradía de Capuchinos que cada año la ciudad espera impaciente, ansiosa para ver el imponente misterio de Jesús de la Humildad y Paciencia por los Jardines de la Merced, ese enclave que ya tiene hasta banda sonora, la marcha Coplas en tu jardín, que tampoco ha podido ser estrenada.

Pero, sobre todo, se esperaba a la Virgen de la Paz. La plaza de Capuchinos se volvería a hacer bandera blanca de Paz para acoger el palio plata de la Paloma de Capuchinos. en una inolvidable tarde de Miércoles Santo, último antes de su coronación pontificia, prevista para el mes de octubre.

Lástima que al final todo haya quedado en un atípico Miércoles Santo, en una jornada en la que se pudo vislumbrar lo que pudo ser y no fue.