El repique de campanas que ayer se escuchó a las doce del mediodía en todo el territorio nacional y que tenía como finalidad «ofrecer esperanza a quienes hoy más la necesitan», según indicaron los obispos españoles en su convocatoria, ponía el punto y final a unas Semana Santa, la del 2020, que pasará a la historia por su singularidad. Ha sido una Semana de Pasión en la que las cofradías no han podido poner en la calle sus estaciones de penitencia por culpa de la epidemia del coronavirus, pero en la que el mundo cofrade no ha estado quieto y se ha aplicado a otros asuntos de gran calado social.

Este es el mensaje que ayer transmitía a este periódico el presidente de la Agrupación de Cofradías de Córdoba, Francisco Gómez Sanmiguel, quien señala que el balance que cabe hacer este año de la Semana Santa cordobesa, desde el punto de vista exclusivamente cofrade, «es agridulce, porque, por un lado, tenemos todos el malestar de no haber podido disfrutar de nuestras estaciones de penitencia por las calles de nuestra ciudad ni tampoco en sus templos», porque recuerda que aunque en otras ocasiones cuando la lluvia no ha dejado que se pueda celebrar la procesión, los cofrades y los fieles se han podido acercar hasta las casas hermandad o las iglesias y han podido disfrutar en la contemplación de las imágenes, pero este año ni siquiera esa posibilidad ha existido. Este año, confiesa el máximo responsable de las cofradías cordobesas, «es la primera vez en mucho tiempo que no he estado pendiente del tiempo que hacía».

Satisfacción y orgullo

Pero, por otro lado, apunta Sanmiguel, «queda la satisfacción y el orgullo de saber que todas las hermandades se han volcado en asistir y ayudar a personas y familias que en estos momentos lo están pasando mal», que esa es otra de las facetas que tienen las hermandades y cofradías, y que no siempre se difunde. A juicio de Francisco Gómez Sanmiguel, «en estos momentos, ayudar a los demás es lo importante, el compromiso con los que más lo necesitan». Por eso, insiste el presidente de las cofradías en reivindicar y hacer notar la importante labor que desarrolla la obra social de las entidades, porque en estos momentos, «hay familias que no tienen para comer, ancianos que están solos, personas que han perdido el trabajo, eso es lo importe», más que pensar en si en algún momento se podrá o no hacer algo que compense la ausencia de procesiones de este año.

Dos cofrades del Resucitado, ante las imágenes de la hermandad. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Sobre este último aspecto, apunta que ya habrá tiempo de hablar cuando las cosas vuelvan a la normalidad y cómo se retoma la actividad cofrade propiamente dicha. Ahora, «lo fundamental es ayudar a los que más lo necesitan y en eso es en lo que se están volcando los cofrades cordobeses». Sobre las expectativas de la Semana Santa del año 2021, Sanmiguel no se atreve a responder «porque eso ya le corresponderá a otros, porque yo acabo mi segundo mandato en junio y tendrán que ser otras personas las que asuman esa responsabilidad».

Por su parte, la concejala delegada de Promoción de la ciudad, Marián Aguilar, indicaba que, aunque esta Semana Santa ha sido muy diferente, ha aportado otros aspectos de enorme valor, centrados en las vivencias, unas vivencias «cargadas de fraternidad, se ha manifestado más fraternidad que nunca, se ha dedicado más tiempo a la oración y nos ha permitido vivir estos días de una manera muy diferente, aunque no hayamos disfrutado de las imágenes por las calle de nuestra ciudad». Cree Aguilar que ha dado esta Semana Santa la oportunidad también para el recuerdo. A juicio de la concejala, también se ha tenido la ocasión de conocer mejor otra realidad del mundo cofrade porque «las hermandades también han arrimado el hombro y están desarrollando una labor social que está siendo de gran valor en unos momentos tan difíciles, como los actuales».

Las campanas de la Torre de la Mezquita-Catedral repicaron a mediodía del Domingo de Ressurrección con sones de pesar y esperanza. Foto: FRANCISCO GONZÁLEZ

Futuro y promoción

De cara al futuro y a la posibilidad de recuperar de alguna manera la promoción de esta tradición religiosa tan arraigada en la sociedad cordobesa, Marián Aguilar prefiere ser prudente y, al respecto, apunta que «estamos en un momento de guardar luto, es muy grande la desolación que tenemos, con más 16.000 personas fallecidas en todo el país y eso es lo que prima ahora y en lo que hay que trabajar». Así, señala que, como es natural se seguirá trabajando para dinamizar la vida de la ciudad en todos los ámbitos y en que las tradiciones y todos aquellos aspectos que hacen singular a nuestra ciudad recuperen su lugar, pero «el ritmo lo marcará el virus, todo lo demás es aventurarse», apunta.

Aún así, Marián Aguilar lanza un mensaje de esperanza para todos los ciudadanos, en la seguridad de que «Córdoba volverá a brillar y tendremos la oportunidad de volver a vivir con intensidad todos esos momentos».