Conocido como "capataz de capataces" en el mundo cofrade cordobés, Rafael Muñoz Serrano ha sido durante 50 años titular del palio de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza, una de las hermandades más populares del Miércoles Santo. Además de en éste, ha sido guía de una buena parte de los pasos de la Semana Santa cordobesa, llegando a conducir palios y Cristos durante los siete días en los que se rememora la Pasión.

Esta labor le ha valido no sólo el reconocimiento oficial de su hermandad, como hermano de honor, y de la Agrupación de Cofradías de Córdoba, como cofrade ejemplar, sino que, además, le han consolidado como una leyenda viva en el mundo del costal cordobés, en el que "muchas cofradías, aún a mis 78 años, me piden consejo para guiar el paso de sus imágenes".

Recuerda con nostalgia y satisfacción cómo en 1975 constituyó la primera cuadrilla de hermanos costaleros en La Expiración: "Hasta entonces, lo hacían cargadores profesionales que cobraban a la hermandad unos honorarios por sus servicios. El hecho de que pasaran a ser hermanos constituyó un avance mucho mayor de lo que a simple vista podía parecer, pues, al no tener que pagarles, podíamos ensayar durante las semanas previas y matizar y profundizar el estilo y la forma de andar del paso", explica Muñoz. Después, le siguió la hermandad del Sepulcro, en 1976, y una mezcla de ambas cuadrillas llevó ese año por primera vez el palio de la hermandad de la Paz y Esperanza, a la que aún acompaña, como segundo capataz, junto a su hijo, Rafael Muñoz Cruz. A él le ha cedido el relevo en la hermandad a la que pertenece desde los nueve años y, como él señala con ceremonia, "la cofradía que me ha criado".