Ayer, misa crismal en la Catedral, presidida por nuestro obispo, Demetrio Fernández, y renovación de las promesas sacerdotales. Hoy, Miércoles Santo, prosigue el silencio y la soledad de las calles. Solo una procesión recorre en esta Semana Santa las calles del mundo entero: la «procesión del papa Francisco», desde su impresionante soledad, avanzando solo bajo la lluvia por la plaza de san Pedro, para dar la bendición Urbi et Orbi, hasta su presencia el Domingo de Ramos. Pero la «procesión» de Francisco no está solo en los actos que preside, sino en sus homilías. Podríamos evocar algunos de esos mensajes que dirige al corazón de la humanidad y de cada uno de nosotros. Primero, en su mensaje, la víspera de la Semana Santa: «Gracias por dejarme entrar en vuestras casas, los unos al lado de los otros, en el amor y la paciencia, podemos preparar en estos días un tiempo mejor». Segundo, «mirad los verdaderos héroes que salen a la luz, no son los que tienen fama, dinero y éxito, sino los que se dan a sí mismos para servir a los demás». Tercero, «en el drama de coronavirus, Jesús nos dice a cada uno: sentirás el consuelo de Dios». Cuarto, «vosotros, jóvenes, sentíos llamados a jugaros la vida, porque la vida es un don que se recibe entregándose». Quinto, «defender al pobre no es ser comunista, es el centro del Evangelio. No seremos juzgados por los viajes que hacemos sino por nuestra relación con los pobres».