Curiosamente, la nueva revitalización de las cofradías en Córdoba, una vez que se está dejando la crisis atrás, parece ir paralela a la situación económica general de España. Las grandes cuentas y datos macroeconómicos van bien, y en las cofradías cordobesas por fin hay una Semana Santa de muchos, buenos y acertados estrenos, sin quitarle mérito a los heroicos esfuerzos de los años pasados que han hecho muchísimas cofradías. Y todo ello con un movimiento cofrade pujante, que atrae a la juventud y se ha convertido en el colectivo ciudadano más numeroso de la ciudad. Un ejemplo: antes incluso de empezar la Semana Santa 2018, ayer 6 hermandades y prohermandades de Vísperas pusieron en la calle... ¡Nada menos que 650 nazarenos!

Pero, y siguiendo con el paralelismo entre las cofradías cordobesas y la economía española, luego vienen esas otras cifras mucho más reales y cotidianas: la de hermanos con necesidades, la de familias empobrecidas, la de los comedores sociales. No he recibido mejor noticia esta pasada Cuaresma que la que dio Pedro Soldado, delegado diocesano para las cofradías, cuando me dijo que la obra social de las hermandades, tras la crisis, no ha bajado e incluso se incrementa porque las hermandades han interiorizado esa lección de solidaridad y caridad. No saben lo mucho que aprecio un buen estreno que aumente el patrimonio cofrade y el de la ciudad, pero aún más lo disfruto cuando recuerdo que tras él hay cientos de familias que encuentran ayuda y, sobre todo, cariño y solidaridad por parte de las hermandades.