En Montoro la Semana Santa estuvo deslucida la mañana del Viernes Santo, debido a la amenaza de lluvia, con lo que la procesión de la madrugada se tuvo que acelerar para evitar males mayores. Así, no se pudo celebrar el Sermón de Pasión en la plaza de España. Pero el Nazareno, que iba con su túnica antigua, sí salió a las 2 de la madrugada, como es costumbre, desde la iglesia de San Juan de Letrán ante un numeroso público que abarrotaba este espacio para verlo salir y recorrer las calles del casco histórico artístico de la localidad. Esta bella talla de Pío Mollar (1940) abría la estación de penitencia, seguida por las imágenes de San Juan Evangelista, María Magdalena, Santa Mujer Verónica y Nuestra Señora de los Dolores, todas también del mismo autor y del mismo año que el Nazareno. Los cantos del coro volvieron a emocionar.

Fue una procesión cargada de emociones, en la que no solo el Imperio Romano abría paso al rey de Montoro sino que también fueron numerosos los nazarenos los que le acompañaron, así como cantaores que, con lágrimas en los ojos, rezaban a su manera a esta imagen que tanto cautiva. Por la tarde, se suspendió la procesión del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Angustias y la del Santo Entierro, pero el Imperio Romano sí realizó sus desfiles desde el Ayuntamiento hasta San Sebastián y luego desde la calle el Santo.