Que un hito tan histórico para la Semana Santa y para la propia ciudad de Córdoba como es la inauguración de la carrera oficial en el entorno de la Mezquita-Catedral no tenga como protagonista a autoridades, boatos y solemnidades sino esos cientos de niños que con toda la ilusión y el futuro por delante participan en la procesión de la Entrada Triunfal, describe perfectamente el espíritu con el que la hermandad cruzó al mediodía la Puerta del Puente para entrar en el itinerario común y en la pequeña-gran historia de la ciudad.

Y es que, como los niños, esta carrera oficial nace repleta de algaravía (también hay que pulir muchas cuestiones) pero, sobre todo, de futuro. Y nadie mejor que esta hermandad. Más aún, la representación de esclavinas del resto de hermandades de penitencia cordobesa fue, en sí mismo, todo un manifiesto de unidad y solidaridad cofrade. Hasta la alegre variedad floral que lucían los pasos de Jesús de los Reyes y la Virgen de la Palma parecía ayer sumarse a esta fiesta.