La soleada y espectacular jornada del Martes Santo permitió a La Sangre procesionar con todo esplendor desde Capuchinos en uno de los itinerarios más lineales que impone la nueva carrera oficial, al coincidir la ida y la vuelta prácticamente por las mismas calles. Algo que por otra parte no supone un trauma para una cofradía que tiene claro su sello clásico pese a su relativa juventud (42 años de una hermandad es plena e ilusionada adolescencia). Ese carácter clásico se vio desde el estreno: el dorado del dorado de la cartela central del respiradero trasero del misterio (de Rafael Barón), hasta en el exorno: clavel blanco para la Reina de los Ángeles y rojo para Jesús de la Sangre. Espíritu de tradición con el que ya nació El Císter y del que ayer hizo gala, precisamente, ante el gran impulsor de la cofradía: fray Ricardo, consiliario y que, tras su reciente regreso a Córdoba, ayer procesionó con la hermandad.