Que se va El Moreno, que se va» o «La cara del Moreno más bonita no la hay» cantaron al son de las palmas ayer una multitud de gitanos que siguen al trono de Jesús de la Columna en la procesión de esta cofradía de Málaga, donde el olor a incienso y el flamenco se han vuelto a mezclar para venerarlo.

Jaime Ramos, uno de los devotos de esta imagen, explica que esta es «la penitencia que hacen los gitanos», que piden a su Señor que vele por ellos, lo que para él -catalán que se siente muy malagueño- significa que le dé «mucha salud» y le deje venir todos los años a ver al que este pueblo considera su Cristo. A simple vista, la marcha de la Hermandad de Jesús de la Columna y María Santísima de la O puede parecer una más del Lunes Santo malagueño, pero ya en la figura del Hijo de Dios se advierte una diferencia: su piel es más oscura.

Nervios, ilusión, impaciencia y alegría confluyen en las miradas de los nazarenos -sobre todo de los más pequeños- momentos antes de que los tronos inicien el recorrido. Una vez fuera empieza la fiesta: tras la imagen se congrega una muchedumbre que, poco a poco, se arranca a cantar y a bailar en sones flamencos que ensalzan la figura del Cristo de los Gitanos, lo que suscita miradas de fascinación entre los asistentes a contemplar la procesión, ya sea en un balcón, la calle o subidos a un muro.