La marcha Virgen de la Libertad, compuesta para el pasado año, en donde la hermandad cordobesa conmemoró con un extenso programa de actos (que aún continúa) el 800 aniversario de la orden mercedaria, con su letra compuesta por internos de la Prisión de Córdoba, sonó en el Patio de los Naranjos, tras salir de la Catedral, justo a las 21 horas, como lo que es: todo un himno. Un soberbio canto no solo de libertad, sino de identidad, a la vez orgullosa y humilde, de la cofradía mercedaria. Todos coincidían: fue de esos momentos de Semana Santa que ponen la piel de gallina y un nudo en la garganta. A destacar el cariño que le pusieron los de la banda de Cañete de las Torres Tubamirum, que a fin de cuentas Francisco José Cañadas fue el compositor de la música.

Pero, aparte, la Virgen de la Merced, con corona restaurada este año, llegó un año más radiante a la carrera oficial, con un exorno floral espectacular, así como su candelería, que, sin embargo, padeció el inclemente viento que se levantó al anochecer. A su altura se encontró el misterio de Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas, acompañados de más de 400 nazarenos, entre ellos el exhermano mayor y copregonero de este año de la Semana Santa, Miguel Ángel de Abajo, que a buen seguro repasó mentalmente muchas veces los poemas que dedicó a La Merced, entonces en el atril y en el Gran Teatro, ayer, bajo el cubrerrostro marfil.

La estación de penitencia, aunque terminó como siempre más tarde de lo previsto y entre el calor del barrio, tuvo este año un prólogo especial : el acto extraordinario de besamanos de La Merced el 16 de junio en la Prisión.