La Cruz (trono de Amor, cátedra de Esperanza), en la noche del Lunes Santo, se acerca al máximo a nuestra ciudad ras del suelo, en la imagen tan sublime de la Vera Cruz, y en el recorrido tan intimista del Cristo de la Salud, en su Via Crucis. En la sinfonía de cruces, brilló el Remedio de Ánimas, con el sentimiento y el crespón de luto por la ausencia de Pablo García Baena, estremeciendo, entre recuerdos de tantos años, el corazón de la hermandad y de los hermanos. Desde la plenitud celeste, el poeta recitó sus versos a la Virgen de las Tristezas: «Abadesa del llanto. Prelada de los lutos. Afligida del cielo. Varona de pobreza. Desolada del mundo. Dama de la tristeza». Ánimas será siempre el verdadero Remedio.