Hoy es Viernes Santo. Miremos todos los calvarios de la tierra, con sus crucificados sangrantes y anhelantes de justicia, de amor y de esperanza. Dejemos caer sobre ellos nuestra mirada de compasión

y de ternura. No podemos adorar al Crucificado y vivir de espaldas al sufrimiento de tantos seres humanos destruidos por el hambre, las guerras o la miseria. Dios nos sigue interpelando desde los crucificados de nuestros días. Anoche, Córdoba contemplaba a sus Cristos de Gracia y de la Caridad, advocaciones para caminar seguros por los senderos de la historia. Hoy, la Expiración, la Buena Muerte, el Santo Sepulcro. Y, a nuestro lado, la Virgen de los Dolores, la Señora de Córdoba, el abrazo de la ternura infinita.