La cordobesa María del Carmen Villarrubia lleva la mitad de su vida trasplantada. A los 21 años, debido a una fibrosis quística, necesitó un trasplante. Y hoy, que tiene 41 años y hace 20 que recibió un doble injerto pulmonar, puede sentirse contenta de que es de las pacientes que lleva más tiempo trasplantada de este órgano en el hospital Reina Sofía y que esa situación no le ha impedido trabajar en lo que le gusta. María del Carmen supo con solo cinco años que sufría fibrosis quística. Sin embargo, se esforzaba mucho y nunca perdió un curso. «Recibí el trasplante en abril de 1998. Estaba en el último curso de la carrera de magisterio, pero en enero tuve que dejar las clases. Sin embargo, tras recuperarme de la operación, entre julio y septiembre acabé mis estudios y un tiempo después aprobé las oposiciones. Actualmente, estoy de profesora en el colegio Juan de Mena y es un trabajo que me gusta mucho», apunta. María del Carmen Villarrubia es vicepresidenta de la asociación A Pleno Pulmón, con sede en Córdoba, pero de ámbito regional, entidad que presta un gran apoyo a los pacientes trasplantados. En la reciente comida anual que celebra esta asociación, María del Carmen recibió el pin de oro por llevar 20 años trasplantada, junto a otros pacientes. «Allí dimos gracias a nuestros donantes por su gesto de generosidad y en mi caso agradecí haber podido cumplir sueños gracias a esa donación. Me casé, tengo una hija (que ya tiene siete años) y puedo viajar que me encanta», expone.

Frente al veterano trasplante de María del Carmen está el reciente de Gaspar Díaz. Este vecino de Estepona fue intervenido el pasado 22 de octubre y su recuperación ha sido muy positiva, pues tras el injerto estuvo solo dos días y medio en la UCI y seis y medio en planta. En 25 días ya había recibido el alta tras completar el tratamiento que reciben los trasplantados pulmonares en la unidad de rehabilitación respiratoria del Reina Sofía.

«He estado solo dos meses en lista de espera. Tengo 64 años y hace diez que me diagnosticaron que padecía enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), aunque sospecho que llevaba más tiempo con esta patología», relata Gaspar. «No puedo describir la alegría que siento al haber recuperado mi vida. Ya llevaba tiempo que no podía ni ducharme sin la ayuda de mi mujer. Era muy dependiente. Tosía mucho, me asfixiaba y me cansaba. He trabajado en la hostelería toda mi vida, fumaba y también era fumador pasivo. Tras el trasplante, a diario hago la actividad física que me han recomendado y pienso cuidar al máximo mi salud para merecer el pulmón que me donó una persona generosa. Solo tengo palabras de agradecimiento para mi donante y para los médicos y demás profesionales que me han atendido en el Reina Sofía. Y desde aquí quiero transmitir mi ánimo a los enfermos que están en lista de espera, para que sepan que su momento llegará y que no tengan miedo del trasplante, porque les otorgará una vida nueva y mejor», recalca.

El doctor Francisco Santos valora la labor de la asociación A Pleno Pulmón, que ha cumplido 23 años, ya que «para una persona que se incorpora al programa de trasplante estar en contacto con otros pacientes que ya han pasado por el camino que ésta ha de recorrer es muy importante. Poder recibir explicaciones de lo que otros trasplantados pasaron en espera del trasplante, lo que sintieron cuando fueron avisados para acudir al hospital a trasplantarse, el postoperatorio, la rehabilitación, son vivencias que debidamente transmitidas contribuyen a paliar miedos e inquietudes y a establecer lazos de unión que siempre resultan muy positivos».

Por su parte, el presidente de A Pleno Pulmón, Francisco Pino, se muestra orgulloso de que el Reina Sofía haya celebrado el 25 aniversario de la realización del primer trasplante pulmonar y que el colectivo que preside contribuya al bienestar de los trasplantados.