La migraña, dolencia de la que ayer se celebró el día internacional, constituye el motivo más frecuente de consulta neurológica, pero a pesar de ello sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada. El síntoma principal de esta enfermedad es el dolor de cabeza. Afecta a más de 50.000 cordobeses, de 18 a 65 años, que conviven con crisis de migraña moderadas o graves. Concretamente, la padecen entre el 5% y el 8% de cordobeses (unos 15.000) y entre el 15% y el 20% de cordobesas (unas 40.000). La neuróloga del hospital Reina Sofía Carmen Jurado señala que existen unos cuatro millones de españoles que padecen migraña, de los que tres millones son mujeres en edad fértil. En el caso de la migraña crónica (aumento de la frecuencia de las cefaleas a lo largo de meses o años), afecta a un 2,4% de españoles y a cerca de 10.000 cordobeses, la mayoría mujeres. La migraña crónica afecta gravemente a la calidad de vida y a la labor diaria y quienes la sufren tienen el doble de posibilidades de sufrir depresión, ansiedad y dolor crónico, lo que en un 80% de casos es motivo de una discapacidad asociada con la cefalea.

Carmen Jurado apunta que la migraña aparece en las dos primeras décadas de la vida, casi nunca por encima de los 50 años. La frecuencia de los episodios de dolor es variable, pudiendo oscilar entre uno al año o varios por semana, si bien un paciente migrañoso típico padece entre una crisis cada dos meses a una por semana.

En la migraña crónica los episodios de cefalea se registran más de 15 días al mes durante más de un trimestre seguido. La migraña crónica se vincula a una mayor frecuencia de días de cefalea y a una mayor incapacidad asociada a la enfermedad, lo que supone un aumento de visitas médicas y un mayor uso de fármacos. Esta neuróloga indica que, aunque no existe curación para la migraña por ahora, si se trata de una forma adecuada, puede ser controlada y permite una aceptable calidad de vida. Esta doctora recalca que existen factores desencadenantes o precipitantes de la migraña. Los más comunes son estrés físico o emocional; cambios hormonales en las mujeres; factores alimentarios (alcohol, quesos, ayuno prolongado, comidas ricas en nitritos, glutamato monosódico o aspartamo); factores ambientales (estímulos visuales, olores, cambios atmosféricos o en el patrón del sueño, altitud elevada, cafeína); algunos fármacos; el ejercicio físico; traumatismo craneal, entre otros. Aunque no todas estas circunstancias desencadenan siempre ataques de migraña, ni a todas las personas.

El hospital Reina Sofía cuenta con una consulta monográfica de cefaleas refractarias, en la que desarrollan terapias más invasivas para tratar distintos tipos de cefalea. En el caso de la migraña ha supuesto un gran avance el uso de la toxina botulínica, tratamiento que consiste en inyectar pequeñas dosis de bótox alrededor de la cabeza, específicamente en lugares donde hay músculo, donde las migrañas atacan con más frecuencia (frente, paste posterior de la cabeza o sienes).

Carmen Jurado precisa que es importante distinguir entre el tratamiento sintomático de la crisis aguda (adaptado a cada paciente y a cada crisis, intentando evitar el uso excesivo de medicamentos) y el tratamiento preventivo, que no es curativo, sino paliativo, y persigue reducir la frecuencia de las crisis y que estas sean más leves.

Según Jurado, para el abordaje de la migraña el primer paso es identificar los posibles factores desencadenantes de la misma y el segundo evitar los procesos patológicos asociados a esta dolencia. Los tratamientos serán más adecuados si no existen factores que pueden facilitar la cronificación de la migraña, como el sobrepeso, los trastornos del sueño, la depresión, la tendencia al abuso de los analgésicos y situaciones estresantes de la infancia.