En un mundo en el que todo marcha a un ritmo vertiginoso y en el que nadie parece tener tiempo de sobra para dedicar a algo tan básico como la salud, los seguros privados ofrecen la llave a una atención más instantánea. «Me hice el seguro médico por la rapidez de las citas», explica Raquel Rodríguez, que tiene contrato con la misma compañía desde hace años, «me viene bien para el tema ginecológico, pero lo necesito especialmente por los niños, porque trabajo por las mañanas y solo puedo llevarlos al médico por la tarde, en la Seguridad Social hay que esperar demasiado para todo». Blanca Benítez coincide con ella en que la privada es más cómoda «en caso de operación» y en que la Seguridad Social es «muy lenta» y «todos vamos escasos de tiempo en el día a día». Sin embargo, ambas señalan que «si hay algo grave, todos vamos a la pública». De hecho, según Rodríguez, «yo tuve un problema con mi hija cuando nació, en un hospital privado, y hasta que no fui a la Seguridad Social no detectaron lo que tenía». Pese a esa sensación generalizada de rapidez en la atención, algunas señalan que la privada también se está masificando. «Últimamente, vas a una cita de un especialista y te hacen esperar mucho porque citan a un montón de pacientes por si acaso algunos no van y, cuando van, te tienen esperando mucho tiempo», explica Ana Ramírez, jubilada, a la que le molesta que «las listas de pacientes citados no se cuelguen como se hace en la Seguridad Social para controlar el turno de cada uno». En cuanto a los precios, opina que «está bien mientras eres joven, pero se dispara en cuanto que empiezas a cumplir años o te surge cualquier problema», por lo que, «a partir de cierta edad, todas las compañías te acaban presionando para que te vayas, por más años que lleves pagando».