La cordobesa Manoli Romero es una de los más de 200 pacientes que se benefician en la actualidad de un ensayo clínico del Imibic, vinculado en su caso concreto al servicio de oncología médica del hospital Reina Sofía. Manoli comenzó a recibir este tratamiento en enero del 2018, después de que un mes antes en el Reina Sofía le confirmaran que padecía un cáncer de mama. Por el tipo de enfermedad al que hace frente, Manoli era candidata a formar parte de uno de los ensayos clínicos del Imibic y del Reina Sofía y no dudó en aceptar integrarse en el mismo, pues «hace falta más investigación para que los pacientes podamos recibir cada vez mejores tratamientos, para que el cáncer, mientras llega una cura, se convierta en una enfermedad crónica con la que se pueda convivir».

Desde hace año y medio esta cordobesa toma durante tres semanas un tratamiento de quimioterapia oral, consistente en cuatro pastillas diarias, y a la cuarta semana en el hospital recibe una inyección intramuscular por vía abdominal. En otra jornada distinta le hacen diferentes análisis y cada tres meses un TAC con contraste. Lo más importante es que en apenas tres meses el tumor pasó de medir siete centímetros a uno y, que a pesar de los efectos secundarios de la medicación, «tengo calidad de vida», recalca. Manoli lleva a cabo a su vez una serie de acciones para evitar cualquier tipo de infección. Mucha higiene de manos, no frecuentar ambientes cargados y llevar mascarilla en el transporte público. «Me siento muy bien atendida en este ensayo clínico, como los deportistas de élite cuando pasan todo tipo de controles», resalta.

Esta paciente tardó demasiado en saber lo que le ocurría. Padecía desde hacía años unos dolores muy grandes en la zona del esternón, que la dejaban hasta paralizada. En el hospital concluyeron que sufría una osteocondritis esternocostal (inflamación de uno o más de los cartílagos que unen las costillas con el esternón). No podía sospechar Manoli que padecía cáncer, porque llevaba diez años acudiendo a la unidad de mama del Reina Sofía, donde le hacían mamografías y ecografías y con frecuencia le extraían líquido al tener nódulos.

Sin embargo, tras realizarse por fin un TAC, para el que tuvo que esperar año y medio, y después de acudir múltiples veces a urgencias, en la última de esas visitas a urgencias, Manoli se quedó ingresada en el Reina Sofía y fue ya en diciembre del 2017 cuando supo lo que realmente le pasaba, aunque primero también en el hospital le dijeron que a lo mejor tenía hernias, a pesar de que ella lo descartaba porque ya se había operado antes de eso. Manoli no puede evitar pensar que si hubiera podido saber antes el diagnóstico, pues no es lógico que el TAC tardara año y medio, habría empezado antes a ser tratada, porque ella había seguido una prevención y se revisaba en la unidad de mama y la últimas mamografía y ecografía se la hizo meses antes de confirmarse la enfermedad.

Pero a pesar de todo, es positiva, porque asegura que «está en manos de un buen equipo», coordinado por Juan de la Haba, con Ignacio Porras, Pedro Sánchez, con el apoyo a su vez de inmunología. A Manoli le gusta que se refieran a su enfermedad como crónica, porque solo concibe y cree en ese horizonte.