Carmen López es de Pozoblanco y sigue viviendo allí, pero desde hace año y medio trabaja en un pueblo de Ciudad Real que linda con Córdoba, a 40 kilómetros de su casa, pero contratada por comunidad manchega. Durante doce años, estuvo empleada por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía como médico de familia en el distrito sanitario Norte. «Me fui porque todo eran trabas», explica, «hice la residencia en Castilla la Mancha y cuando acabé en el 2007 me volví a Córdoba para ejercer, donde me prometieron un cupo (pacientes fijos asignados)». Sin embargo, durante diez años estuvo en lo que se llama dispositivo de apoyo, un servicio compuesto «por una gran mayoría de mujeres que se encargan de sustituir a los médicos con cupo en las guardias, días de asuntos propios y vacaciones, con contratos de 15 días, meses, trimestres y alguno anual».

Una década después, consiguió la interinidad. «Cuando por fin tenía lo que quería, tuve que pedir una reducción de jornada por cuidado de menores», señala. Madre de cuatro hijos, la persona que la ayudaba en su cuidado se fue y Salud le denegó esa opción por «necesidades del servicio». Con ayuda de su sindicato, llevó a juicio a la Consejería y aunque Salud recurrió, desde hace cuatro años tiene sentencia firme dándole a ella la razón, aunque aún no se ha ejecutado. Indignada, explica que todo esto ocurrió con el gobierno anterior en la Junta, hace casi dos años, «con Susana Díaz de presidenta, que tanto defendía a la mujer y la conciliación laboral».

La puntilla fue, recuerda, «que me ofrecieron cubrir una vacante de Pediatría en otro centro y aunque yo dije que sí, mi director gerente se negó». En Salud, afirma, «los cargos intermedios, elegidos a dedo, tienen mucho poder». Esa situación acabó por convencerla de que tenía que irse y contactó con sus compañeros de Ciudad Real.

Poco después, estaba trabajando en el primer pueblecito de La Mancha que linda con Córdoba. Las condiciones laborales de la comunidad vecina son muy distintas. «En Andalucía, asumimos las consultas diarias y las guardias de lunes a viernes de 3 a 8 y los festivos de 8 a 8», comenta, «en la Mancha, hay dos equipos, uno hace las guardias de lunes a viernes y otro los fines de semana y festivos».

En su nuevo puesto, tiene un cupo fijo de pacientes y trabaja de lunes a viernes. Además, el cambio se nota en la remuneración. «Aquí cobro mil euros más que allí con las mismas horas», señala, «he ganado calidad de vida y estoy muy contenta». Las guardias se pagan casi al doble que aquí. «Cuando me fui, se pagaban a 15 euros la hora y aquí empecé cobrando 27 euros la hora.

A cambio, cada día conduce 40 kilómetros para llegar a su trabajo, lo cual tampoco dista mucho de su puesto en Córdoba, en el que tenía que cubrir aldeas y desde Pozoblanco llegaba hasta Santa Eufemia, que está a 30 kilómetros. «En un año, he conseguido una vacante en interinidad, lo que tardé en tener diez años en Córdoba».

Otros médicos están siguiendo sus pasos. «Este año se viene otra compañera de la misma zona que pidió un permiso sin sueldo para cuidar de sus hijos y se lo denegaron y renunció a su vacante, como hice yo», señala, «mientras no mejoren las condiciones y haya donde elegir, la gente se irá».