Trabajar en el ámbito de la sanidad no exime de padecer una enfermedad, «pero parece que nunca te va a tocar», señala María Jesús Romero, supervisora de Enfermería de la Unidad de Medicina Preventiva y Enfermedades Infecciosas del hospital Reina Sofía.

A María Jesús Romero, que tiene ahora 53 años, le diagnosticaron con solo 35 años un cáncer de mama, a una edad menos frecuente, después de que ya hubiera tenido a sus dos hijas. María Jesús tiene 3 hermanas y dos de ellas también han afrontado un cáncer de mama. Una de sus hermanas lo logró superar, como ella, pero la otra aún sigue luchando con todas sus fuerzas y beneficiándose de las novedades en tratamientos que van surgiendo para vencer a la enfermedad.

«Fui la primera a la que detectaron este cáncer. Mis hermanas tomaron conciencia de la importancia de las revisiones y con el paso del tiempo también fueron diagnosticadas. Posteriormente, nos realizaron estudios genéticos que pudieran justificar este acúmulo de casos en mi familia. De momento no se ha encontrado ninguna alteración aunque en este campo la ciencia está avanzando continuamente», indica esta sanitaria.

Esta supervisora de Enfermería recuerda que cuando le confirmaron el diagnóstico «el miedo te invade porque el cáncer representa una amenaza. Pensaba en mis hijas y en toda mi familia y me angustiaba muchísimo. Pero al final llega un día que piensas que tú eres la que más puedes perder debido a esta enfermedad. Y decides afrontar el cáncer con el mayor optimismo posible. Como enfermera que soy, me costó aceptar que me habían cambiado el papel, que de cuidadora había pasado a ser la enferma. En esos momentos solo recuerdas las malas experiencias que has vivido junto a tus pacientes y no puedes recordar las positivas, aunque son muchas».

Romero destaca «que cuando yo me enfrenté a este cáncer no había tantas posibilidades diagnósticas y de tratamiento como hay ahora. Cuando acabé la radioterapia decidí que quería volver a trabajar inmediatamente. Por fortuna, mis hijas eran pequeñas y desconocían la gravedad de mi enfermedad. Haber padecido cáncer de mama y que esta enfermedad se haya hecho tan presente en mi familia me ha hecho valorar lo importante de la vida. Aunque siempre la palabra cáncer puede llevar aparejada una connotación negativa, creo que hay que resaltar aspectos positivos como la posibilidad de un diagnóstico y de un tratamiento, frente a patologías que aún no se pueden detectar ni abordar con fármacos. Me gustaría trasmitir la importancia de la prevención de esta enfermedad con hábitos de vida saludables, evitando el tabaco, realizándose autoexploraciones de mama y las revisiones oportunas, ya que pueden ser decisivas frente a esta patología».