Las pacíficas manifestaciones de estudiantes que comenzaron a finales del pasado mes de marzo en Hong Kong contra un polémico proyecto de ley de extradición a China, cuyos opositores interpretan como una vulneración de los derechos de los detenidos, han terminado convirtiéndose en una serie de escaramuzas por todo Hong Kong, en un gesto de rebelión contra un Gobierno al que buena parte de la población considera como una mera extensión de las autoridades de Pekín, que ignora la independencia judicial del territorio. Las manifestaciones se han ido sucediendo a lo largo de estos meses y la represión policial contra las protestas ha ido en aumento. El momento más grave de los enfrentamientos fue en noviembre, cuando fue asesinado por la Policía un joven estudiante, Alex Chow, cuyo cadáver fue localizado en un charco de sangre en un aparcamiento tras choques con la policía.

Ya, antes, en el mes de agosto, la Policía cargó contra los manifestantes con gas pimienta y se produjeron trece heridos graves y detenidos. La tensión continúa en la antigua colonia británica y por ello el Gobierno chino ha cancelado el tradicional espectáculo de fuegos artificiales de Nochevieja por miedo a que se desaten protestas en las calles.