Las oleadas de pateras que han llegado a las costas españolas este año rememoran la crisis de los cayucos de 2006 y, aunque desde entonces la presión migratoria había dibujado una curva descendente, 2017 ha roto la tendencia hasta el punto de que la cifra de inmigrantes llegados a nuestro país casi se ha triplicado. Una buena climatología hasta bien avanzado el año y las redadas de la Gendarmería marroquí en los entornos de las fronteras de Ceuta y Melilla explican estas llegadas masivas, que han tocado techos de 600 algunos fines de semana. De hecho, y a la espera de que concluya el año, noviembre ha sido el mes más intenso, con 5.687 llegadas, muy por encima de las 3.071 de junio o las 2.839 de octubre. En total, 19.977 inmigrantes accedieron a España hasta el pasado 12 de diciembre, según la Organización Internacional para las Migraciones. En noviembre llegaron más de 400 argelinos a Murcia, luego realojados en la cárcel de Archidona.

No obstante, este significativo incremento se produce justo cuando en Europa han descendido a menos de la mitad, pasando a 165.409 entradas en 2017. De la misma manera, mientras 2016 marcó un siniestro récord de muertes en el Mediterráneo, con un total de 5.079 frente a las 3.091 de este año, lo cierto es que en la ruta central, la de España, el número se ha triplicado, pasando de 69 a 206. Este verano, el 5 de julio, dejaba precisamente la peor tragedia en la última década del Mediterráneo español, cuando 49 personas fallecían en el mar de Alborán tratando de tocar tierra.