Un lapso necesario pero mal gestionado y peor comunicado. Este es el resumen que en las filas del Govern se realiza del periodo que transcurre entre las 18.30 horas del martes y hasta el lunes, fecha en la que hay que dar respuesta al requerimiento hecho por Mariano Rajoy sobre si Carles Puigdemont ha declarado o no la independencia. El Govern se inclina por cerrar el paréntesis el mismo lunes y volver a la senda de la DUI.

Necesario. “Hemos dado muchísimas oportunidades al diálogo, pero cuando no estábamos bajo el foco mundial. Las reiteradas apelaciones de Rajoy a un falso diálogo, que restringe a los límites de la Constitución, han contribuido a distorsionar un mensaje que nos parece clave y evidente: solo nosotros hemos abogado por un diálogo sin restricciones”, señala una fuente del Palau de la Generalitat. Y concluye: “La petición de diálogo y mediación del martes quizá pareció reiterativa para los catalanes, pero no para aquellos de más arriba de los Pirineos”. Mientras conversa con este diario, esta fuente recibe la confirmación del éxito de su estrategia. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha afirmado este viernes que Europa no puede mediar “porque si solo lo pide una de las partes, crearíamos más caos”. Es decir, queda manifiesto que el Gobierno central no se sienta a la mesa.

Mal gestionado. Se vieron caras largas y se oyeron gritos en los despachos de Junts pel Sí. En el reparto de papeles, Puigdemont y Oriol Junqueras coincidieron en que había que abrir ese periodo de espera. La número dos de ERC, Marta Rovira, sumó a la CUP al carro a cambio de acotar a cuatro semanas el plazo para el diálogo, aunque al final esa mención temporal desapareció del discurso de Puigdemont. Hubo bronca de la CUP y también de Rovira, que no fue avisada de que el ‘president’ iba a soslayar lo de las cuatro semanas. En paralelo, un sector “minoritario” (según otra voz del Govern) del PDECat, encabezado por Artur Mas y Marta Pascal, hicieron lobi a favor de la convocatoria de elecciones. Lo de la firma fue otro sainete. No estaba previsto, Rovira y la CUP lo exigieron. Hubo quien amagó con no firmarlo por no disponer previamente del texto.

Peor comunicado. Nadie supo avisar a los congregados en el paseo de Lluís Companys de Barcelona de que ese no iba a ser el día de la independencia. La bofetada y el bajón generalizado en las filas del independentismo fue tremendo. Arreciaron críticas. El motor del ‘procés’, la movilización popular se quedó a un tris de romperse. Item más. Tanto se había anunciado que se haría la DUI que el Parlament estaba abarrotado de medios internacionales. Esta vez, sí, el mundo miraba a Catalunya. La cara de asombro de los reporteros internacionales fue de aúpa.

Inicio del 155

Desde el miércoles, el Ejecutivo catalán trabaja en el nuevo escenario. Una vez Mariano Rajoy puso a punto, con el requerimiento previo, la activación del artículo 155 de la Constitución, empezó a crecer el runrún de que la Generalitat enfilaría de nuevo la senda de la DUI. El jueves, el secretariado general de la ANC reclamó levantar la suspensión, ergo, activar la declaración. La ANC, Òmnium y la CUP pasaron por la plaza de Sant Jaume con el objetivo de recuperar el consenso independentista. Los anticapitalistas han pedido por carta a Puigdemont que proclame ya la república catalana.

No se ha dado forma aún a la respuesta a Rajoy, pero en ningún caso se va a renegar de la declaración unilateral de independencia. Algunos miembros del Govern, de ERC, abogaron incluso por contestar sin agotar el plazo. La CUP, por su parte, exige la proclamación sin más dilación.

Y es que el periodo para un diálogo se entiende en la plaza de Sant Jaume que ya ha finalizado. Quedarse en este limbo donde Puigdemont puso la DUI significa permitir que los estados de la UE exijan soluciones en el marco de la Constitución. Y sobre todo, iniciado el recorrido del 155, no evita que “el Estado arremeta cuanto quiera sobre el autogobierno”, y en la ‘pole position’ de competencias que serían intervenidas se incluyen la educación y los Mossos. Según detalla una diputada de ERC, solo se puede ir “adelante o adelante”.

Trapero, Sánchez y Cuixart

El lunes será un día clave. No solo por el vencimiento del ultimátum de Rajoy sino porque el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, y los presidentes de Òmnium (Jordi Cuixart) y de la ANC (Jordi Sànchez) comparecen de nuevo ante la Audiencia Nacional. Sobre ellos pesa el riesgo de encarcelación, si así lo cree que la jueza que instruye su causa por sedición.

Si alguno de ellos, o los tres, quedara detenido, los hechos y la reacción popular se pueden suceder sin solución de continuidad. En el Govern y en las entidades se muestran confiados en revertir la desilusión en sus filas y conseguir que la movilización “vuelva a los niveles del 1-O o del 3-O, cuando la huelga general”.

Mas, Rigau, Xuclà...

Además de la desilusión, el independentismo deberá también apagar la tensión que genera en sus bases las palabras de ese sector del PDECat que prefiere no desafiar la ira de la Moncloa y que niega que el pasado martes se declarara la independencia. Este viernes hubo palabras de Mas, y también de Irene Rigau que, junto a las del diputado en el Congreso Jordi Xuclà, generaron fuertes reacciones contrarias en las redes sociales.

Los republicanos prefieren no entrar al trapo contra Mas, toda vez que la sintonía con Puigdemont es total. Pero sí deslizan algún mensaje con carácter retroactivo: “Está clara la diferencia entre el 9-N que organizó Mas, y que no fue ni una consulta pese a que podría haberlo sido, y el 1-O de Junqueras y Puigdemont”.