Un año más podemos ver Sebastián Olaya Canales al frente de su negocio, Restaurante Yate El Cordobés, donde lleva, junto a su mujer, Dolores Onieva, desde el año 1973 de manera ininterrumpida, sin darse de baja y continuando activo a sus ochenta y pocos años. Hablar cada verano con Sebastián Olaya es descubrir que, a pesar de la edad, la ilusión y las ganas de atender al público no se pierde nunca, sobre todo cuando el espíritu emprendedor se lleva en la sangre.

-¿Cómo llegó a Torremolinos?

-Como todo el mundo. Con muchas ganas de trabajar y prosperar. Este negocio se lo ofrecían regalado a muchas personas en aquellos años y lo inicié con 500.000 pesetas. Hemos trabajado aquí de noche y de día tanto mi mujer como mis hijos cuando estaban pequeños. Lo saben los pescaderos, que subastaban el pescado y, cuando me veían llegar decían: “eh!, ya no se vende” porque yo quería coger fama. Los extranjeros llegaban y comentaban que “para comer chanquetes había que ir al Yate El Cordobés”. Aquí ha venido gente de todos los sitios. Recuerdo que al principio tuve muchas trabas y pude salir adelante y el primero que puso neveras y café fuimos nosotros. Desde nuestros inicios, nuestro lema ha sido ofrecer una cocina de calidad.

-¿Cómo se presenta la temporada alta de Yate El Cordobés?

-Pienso que va a ser buena. La Semana Santa fue un poquito más floja, debido al tiempo, pero se está recuperando. Creo que va a ser un buen verano.

-Vemos que no se cansa.

-Todos los años digo que éste es el último, pero cuando los clientes se van me dicen que me quieren ver el año que viene. La verdad que son muchos años y en ocasiones me siento cansado.

-Este año se ha incorporado en la foto de familia más gente del equipo de profesionales que le acompaña. ¿Hay muchos nuevos?

-No. Son los mismos de siempre. Estamos hablando de una veintena de empleados.

-¿Qué identifica al Restaurante Yate El Cordobés?

-Lo primero que es un restaurante muy amplio y tenemos mesa para todos. Tenemos amplios espacios para acoger a grandes familias y grupos de amigos. Prueba de ello es que cuando va avanzando la jornada de comidas tengo que ir dando número para que no haya problemas a la hora de disponer las mesas, y esperan porque el producto que ofrecemos es de máxima calidad y a un precio muy razonable. Ahora a las 14 horas comienzan a comer y hay veces que se doblan las mesas. Asimismo, son muchos años de trabajo y los camareros repiten, con lo que se mantiene una familiaridad y cordialidad con ellos.

-¿Qué valora de su equipo?

-Sobre todo la coordinación existente entre todos ellos. Hay que tener en cuenta que son muchos años de trabajo conjunto y cada uno sabe lo que tiene que hacer. Esto le da valor añadido a nuestro servicio. El trato es personalizado a cada cliente, destacando la amabilidad y la cercanía con todos ellos. El cliente lo valora y, cuando ve que no hay un camarero por descanso o por algún contratiempo, se preocupa. Eso es muy bonito. Hay que recordar que algunos empleados entraron cuando no estaban casados y ya tienen hasta nietos.

-¿Qué porcentaje de cordobeses llegan a su negocio?

-Más del 60% de nuestros clientes son cordobeses. Por otro lado, en temporada baja vienen más extranjeros, sobre todo desde febrero hasta abril, aparte de días puntales de clientes que cierran sus negocios en Córdoba y aprovechan para visitarnos.

-¿Qué platos recomienda?

-Las sardinas en espeto, el salmorejo, los flamenquines, la paella, los calamares, los boquerones, el adobo, lenguado, etcétera. Con estos y otros platos más de nuestra extensa carta, los clientes se despiden diciendo que vuelven otra vez. Ahí es donde se nota su estado de satisfacción.

-¿Qué recuerdos guarda de aquellos años difíciles de sus inicios?

-Recuerdo cuando don Carlos Zayas me dio luz y agua cuando no existía ni paseo marítimo. Esto estaba en un estado tercermundista. Massiel, que era la mujer de don Carlos Zayas, venía aquí con su hijo a darle las papillas.

-Su pueblo, Montoro, siempre lo tiene presente.

-Siempre. Desde aquí le mando un saludo a todos los montoreños que durante el año nos visitan para disfrutar de nuestros platos. El Yate es un trocito de Córdoba en la costa.

-¿Cómo está el estado de la situación de Costas?

-El permiso concluyó en junio del pasado año, porque esto tiene una concesión definida por treinta años. El otro día tuvimos una reunión con el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y dijo que en este año se quedarían todos renovados. Cuando vienen los clientes y les digo que no sabemos si al año siguiente estaremos, me dicen que “es imposible que os cierren el restaurante, si es una institución”. Y como dijo Juanma Moreno, “no hay que derribar, hay que construir”.